Perversión de valores

Es evidente que el tema de valores está presente fundamentalmente en el comportamiento humano, en la organización, en donde encaja la llamada ética empresarial por las actuaciones personales y de grupo. Por eso no hay que perder la oportunidad de discernir valores y antivalores y hacer frente al relativismo axiológico que contamina tan severamente: cuando un antivalor es asumido por una persona o por un grupo contamina a toda la organización como sistema. Es peor la presencia del antivalor que la carencia de valor.

El concepto estratégico integral se aplica actualmente a la mayoría de las funciones empresariales.

Como hoy en día Personas y Estrategia están más íntimamente unidas, las dos columnas citadas pueden hacer que todo el friso de la Dirección/Gestión se desequilibre y se venga abajo.

Incluso en el llamado “Código de gobierno para la empresa sostenible” representado arquitectónicamente, figuran como columna los valores2.

Algunos antivalores están apareciendo como valores generales directivos en deformaciones de políticas empresariales, torpemente enmascaradas mediante normas adaptativas:

  • Legalismo: “todo lo legal es ético”,
  • Minimalismo: “cumplimiento mínimo de códigos y guías”,
  • Utilitarismo: “evaluación tendenciosa de una decisión”,
  • Economicismo: “mejor resultado económico”,
  • Desarrollismo: “principios de empresa sostenible”,
  • Reputacionismo: “cosmética del concepto social corporativo”.

Y como antivalores particulares personales en deformaciones de comportamiento humano individuales relacionadas con la honestidad, lealtad, solidaridad…

Uno de los antivalores más extendido, y muy ocultado, es el auto-engaño con el que se pierde la perspectiva con respecto a la honestidad de lo propios actos o decisiones, obviando todas aquellas visiones o datos que pudieran alterar nuestra decisión.

Pienso que es muy difícil conseguir que una ética vital (vida personal) pueda influir en una ética empresarial (contexto organizacional), pero quizás habría que empezar por aclarar que no sólo hay normas sino también virtudes y vicios que se reflejan en valores y antivalores.

Es posible que esté mejorando algo la llamada sensibilidad ética de la empresa, tal como dicen algunas estadísticas3, pero la conciencia ética personal a nivel directivo es escasa, poco formada y obligada por la necesidad de cumplimientos normativistas: los Informes de Responsabilidad Social Corporativa rivalizan en publicidad de fortalezas, aunque entre líneas y cuadros se adviertan serias debilidades.


(2) Argandoña A. “Algunas Tesis para un debate sobre los valores” IESE.

(3) “Código de gobierno de la empresa sostenible”.

 
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