La circulación simultánea de trenes de alta velocidad (por encima de los 250 km/h) y de mercancías convencionales (a velocidades de 100/120 km/h) es una exigencia de racionalidad para la optimización de los recursos públicos y para la mejora de la eficiencia del sistema de transporte1.
La troncalidad de la red. Ello es así porque el carácter troncal de la red española de alta velocidad hace que en las líneas capilares, situadas en la periferia, nunca se puedan alcanzar los niveles de tráfico necesarios para justificar en términos económico-sociales la construcción de una línea de alta velocidad. En la periferia de la Península puede haber una vía por cada ocho vías que salen de Madrid en la correspondiente línea troncal, que se ramifica en líneas capilares cuya demanda potencial está limitada por la capacidad en el tramo troncal común.
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