Los dos pisos de la iglesia rupestre de San Miguel de Presillas.
Orbaneja del Castillo.
Parte del grupo asistente en la cascada que atraviesa el corazón de Orbaneja del Castillo.
La crestería que rodea Orbaneja y algunos asistentes a los pies de la misma.
San Andrés de Arroyo
En el camino a Olleros se encuentra el Monasterio de San Andrés de Arroyo, cuyo claustro conserva el conocido ángulo de belleza excepcional.
En 1811 Doña Mencía, condesa de Lara e infanta de Castilla, fundó este monasterio para monjas cistercienses, carácter que se ha mantenido hasta la actualidad, en un lugar apartado y frondoso del valle de la Ojeda, bajo los auspicios de sus padres, los reyes Alfonso VIII y Leonor Plantagenet. La advocación de San Andrés deriva de una leyenda local sobre el hallazgo milagroso de una imagen pétrea del apóstol en el cauce del arroyo, que discurre junto al monasterio.
Se levantaron un conjunto de edificios, bajo la supervisión y autoridad de la abadía burgalesa de Las Huelgas Reales, casa que siempre actuó como matriz de esta abadía. La abadesa de San Andrés tenía jurisdicción civil y penal sobre varios pueblos del entorno, actuando como “señora de horca y cuchillo”. Un rollo de justicia, conservado a la entrada del recinto, es todo un símbolo recuerdo de estas atribuciones.
Olleros de Pisuerga
La iglesia y actual parroquia, dedicada a los Santos Justo y Pastor, tuvo su origen a comienzos del siglo VII, dentro de los movimientos eremíticos del norte de la Península. Es el mejor ejemplo conservado en toda España de este tipo de manifestaciones artísticas y religiosas.
Convento de Mave
Se trata de un antiguo cenobio benedictino, hoy transformado en hostelería.
Además de la iglesia se conservan algunas dependencias monacales. Éstas destacan por la sobriedad de sus líneas arquitectónicas, carentes casi por completo de decoración. El Monasterio cerró su función monacal tras la desamortización. La iglesia es uno de los ejemplos más destacados del románico en Palencia, conserva su fábrica original prácticamente intacta, en la que son visibles influencias borgoñonas.
Un corto paseo por las praderas interiores del convento nos permitieron despedirnos de los compañeros que no retornaban a Madrid.
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