La realidad es que se está conformando una nueva realidad social y empresarial asociada al concepto 2.0. Una nueva generación de “nativos digitales” (Marc Prensky, 2001), individuos que han crecido utilizando Internet más frecuentemente incluso que la televisión, algo impensable hace algunos años: según el estudio EIAA Mediascope Europe (2007) un 82% de los jóvenes europeos entre 16 y 24 años acceden a Internet entre 5 y 7 días a la semana, mientras que sólo un 77% ven TV regularmente.
Es esta la generación que conformará la sociedad de dentro unos años, consumidores activos de contenidos y con todo a un clic de distancia; en definitiva, unas pautas de actuación y razonamiento radicalmente diferentes a la que está acostumbrada la sociedad analógica o los “inmigrantes digitales” (M. Prensky).
A ello se suma un nuevo modelo de organización abierta, caracterizado por la utilización extensa de la web como elemento de comunicación y uso, la horizontalidad, la configuración en red de sus estructuras y la innovación permanente (Tabla 1).
Como veíamos en la sección anterior la web social marca una tendencia que afecta a los comportamientos, actitudes, valores y estilos de vida de las personas, haciendo que incluso podamos llegar a hablar de una nueva sociedad 2.0 formada por ciudadanos “dospuntoceristas”.
Las nuevas generaciones de nativos digitales estarían formadas por “ciudadanos 2.0”. Supone emancipación y un rol más activo del usuario al posibilitar a éste adoptar nuevos roles en la coproducción de contenidos, colaboración y participación en “redes sociales” dinámicas que crecen y se refuerzan a su vez. Se trata de conectar personas, no equipos o páginas web, facilitando un entorno abierto que estimule a cooperar y compartir. Hablamos por tanto de valores definidos en la Figura 1.
La “red social” supone pues un empuje que tiende a desplazar el centro de gravedad desde los productores de contenidos hacia los usuarios. Ello significa un importante impulso a la creación de comunidades virtuales, las cuales se han convertido en poco tiempo en uno de los escenarios donde se produce parte del diálogo social. Su activismo, movilización o participación pueden marcar importantes condicionamientos políticos y sociales: valores y conductas dominantes en la red pueden acabar teniendo consecuencias también en las actuaciones presenciales.
Tres ejemplos bien distintos de comunidades virtuales más o menos organizadas pudieran ser:
1. La red de militantes y simpatizantes del Partido Demócrata norteamericano agrupados en la plataforma MoveOn.org, desde la que generan opinión, agitan conciencias, recaudan fondos, promueven campañas, etc.
2. La comunidad digital externa Patient Opinion en la que se recaban opiniones de los pacientes sobre distintos facultativos del sistema sanitario.
3. Comunidades de práctica más especializadas como Communities of Practice for Local Government donde una nube de profesionales o interesados en la modernización municipal expone sus casos, experiencias, etc.