¿Aclarado? Para mí, no mucho. Que tuviesen que apear los techos y aún los laterales y que a veces los cogiese un derrumbe… Pero, como se dice, que “empapaban las tierras y luego de desapearlas…”, podían quedarse atrapados dentro. Pero es que además por una parte tenían que dejar el túnel con un tapón (culo de saco) y por otro ¿era para esto necesario soltar el agua a lo bestia desde los depósitos?.
Pero si, como era sin duda lo cierto, (y esto no se lo pasaron a Plinio o éste no lo cogió) el túnel estaba totalmente abierto y soltaban, sí a lo bestia, el agua de uno, otro y otro depósito, ésta cogía una velocidad dentro del túnel que el número de Reynolds llegaba a valores absolutamente aptos para arrancar inmenso material de las paredes (y del suelo y del techo).
En efecto: la diferencia en el comportamiento de una corriente de agua en una tubería (un túnel lo es) es totalmente diferente según que su velocidad no exceda de ciertos límites o que los traspase. En concreto, que su régimen de paso sea un régimen tranquilo (laminar) o turbulento. Esto lo da un número de Reynolds bajo o un número de Reynolds alto.
El número de Reynolds es proporcional al diámetro del conducto (túnel, galería, tubería) a la densidad del líquido y a la velocidad que éste alcanza; e inversamente proporcional a su viscosidad.
No tenemos datos para saber qué número de Reynolds se producía pero por lo que se llevó tuvo que ser alto.
Para que cada cual se haga idea de lo que el fenómeno del que hablamos puede producir vaya aquí la descripción de dos casos vividos de cerca por el que esto escribe.
1er caso. Tres tuberías para alimentación de las turbinas de una central de pie de presa como se muestra en la Figura 1: central de pie de presa.
Los forros de chapa de acero que constituirían dichas tuberías quedaron embebidos en el hormigón de la presa realizado su hormigonado naturalmente antes de la construcción de la central. En ese tiempo el río se desvía mediante un túnel previsto para caudales pequeños. Naturalmente aún no existían compuertas para las dichas tuberías.
Una crecida imprevista en el río hizo que el agua llegase a pasar por estas tuberías en las condiciones dichas: forros de la conducción embebidos en el hormigón y que en su día llevarían un caudal máximo de 45 m3/seg con un diámetro de 4,5 m por tanto con velocidad de 3 m/seg.
Pues bien, estos forros fueron arrancados por el agua y la riada los dejó hechos trizas aguas abajo de la presa.
2º caso: éste lo constituyó un aliviadero auxiliar en otra presa (Figura 2). Este aliviadero está formado por una embocadura que se cerraba por una compuerta de sector automática, de hormigón armado, y que conducía el agua en régimen libre por un túnel inclinado con un diámetro que se reducía de 6 m a 5,5 m. El desnivel total era de 100 m. Se trataba de un túnel aliviadero, frecuente en las presas.
La primera vez que funcionó como tal se produjeron en el conducto tales desperfectos que hubo que condenarlo a no volver a funcionar nunca más.