No podemos bajar el nivel de exigencia, pues nuestros alumnos se encontrarán en la profesión ríos como el Amazonas. Los de ciencias tenemos que enfrentarnos a las leyes de la Naturaleza, que no parece muy dispuesta a bajar el nivel de su complejidad. La física-química traduce las leyes del universo a matemáticas para poder entenderlas y aprovecharlas. El uso que los humanos hacemos de dichas leyes cada vez es más ambicioso, y como los ingenieros no podemos tolerar errores técnicos, la dificultad de la Ingeniería no puede disminuir. La esencia de la profesión de ingeniero consiste en resolver con éxito grandes dificultades, por lo que la dificultad es la principal materia que se debe superar aunque no figure en los planes de estudios.
Tampoco podemos garantizar el éxito con el proceso de admisión, porque sólo disponemos de una piscina para predecir quién va a ser capaz de cruzar el Amazonas. Es cierto que, analizando grupos, la probabilidad de éxito es algo mayor cuanto mejores sean las notas de las pruebas de admisión. Pero el éxito individual no es una variable aleatoria, sino fruto del esfuerzo, la voluntad, el espíritu de superación de cada uno, cosas que no salen a la luz hasta que se ponen a prueba.
Mi conclusión sobre el choque cultural es positiva, al igual que todo mi discurso. Los valores que en esta universidad compartimos derivan de la enseñanza de los jesuitas. La excelencia, la transparencia, la justicia, la exigencia y el esfuerzo, son cosas mucho más importantes que los obstáculos culturales que he mencionado. Sin embargo, ignorar estas diferencias sería un error. Es mejor exponerlas claramente y valorar lo que cada cuál es capaz de hacer en su terreno. Si además conseguimos complementarnos en actividades multidisciplinares y aprender los unos de los otros, mucho mejor.
Finalmente, gracias a todos de nuevo, y mis mejores deseos para el nuevo Director. Como lo conozco bastante bien me consta que es una elección magnífica. Yo, desde luego, me quedo muy tranquilo dejando la Escuela en sus manos.
“Rector, Secretaría General, Fernando, autoridades académicas, profesores, personal de administración y servicios, alumnos y amigos.
En primer lugar quiero agradecer a los miembros del claustro de la Escuela y al Rector su confianza. En un primer momento esta confianza me produjo unas momentáneas y algo egocéntricas sensaciones de satisfacción. Luego, al ser consciente de la responsabilidad asumida, llegaron otras sensaciones menos agradables en forma de vértigo. Después, por fin, vinieron sensaciones de tranquilidad y confianza al pensar en todas las personas que hacen funcionar el ICAI cada día. Dice Derek Bok, exrector de Harvard, “una universidad no es mejor que los profesores que la componen”. Esta cita se puede adaptar e incluso mejorar diciendo que una Escuela de Ingeniería no es ni mejor ni peor, es exactamente igual que sus profesores, su personal de administración y servicios y, sobre todo, sus alumnos. Por suerte para todos y para tranquilidad mía, esto hoy no cambia.
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