El uso de energía eólica para generación eléctrica ha ganado importancia en los últimos años. Desde el año 2000 al año 2007, la potencia eólica instalada en la Unión Europea (UE) se incrementó en 47 GW, y a finales de 2007 cubrió un 7% del mix energético de la UE [1]. La UE planea que la energía de origen renovable represente en 2020 un 20% de la demanda total de energía en Europa [2], por lo que es previsible que, para alcanzar este objetivo, la contribución a la generación eléctrica de origen renovable, especialmente eólica, desempeñe un papel aún más importante al actual.
Sin embargo, una alta penetración eólica dificulta una operación estable del sistema y establece nuevas responsabilidades para el operador del sistema. Los parques eólicos están normalmente conectados a la red de distribución, lo que puede provocar grandes cambios en los flujos de potencia. Esto puede llevar a situaciones de sobrecarga y originar problemas de tensión en la propia red de distribución. Una alta penetración eólica puede ocasionar también problemas en la red de transporte. Normalmente la potencia reactiva para el control de tensiones es provista por grandes grupos de generación. Debido al reemplazo de generación convencional por GE, hay menos grupos convencionales de generación disponible para el control de tensiones. Esto puede llevar a problemas de tensión en la red de muy alta tensión.
Las interconexiones del sistema eléctrico ibérico con Francia y Marruecos son muy limitadas y, por tanto, las fluctuaciones de la energía eólica deben ser compensadas dentro de la propia Península Ibérica. Debido a ello, los problemas relacionados con la energía eólica en España y Portugal son particularmente elevados en comparación con otros países europeos.