Proyecto “Luz en Casa”

Experiencia de los voluntarios de la Fundación Ingenieros del ICAI para el Desarrollo


A la hora de capacitar nos encontramos con dificultades imprevistas, unas de tipo idiomático, otras de tipo docente, algunas de carácter técnico y otras muchas de tipo orográfico. Tratamos de superar todas con entusiasmo, ilusión y paciencia. A pesar de compartir el mismo idioma existen diferencias entre el léxico utilizado a ambos lados del Atlántico, que dan lugar a situaciones muy curiosas. Hubo que introducir en nuestro vocabulario palabras como “jalar” (por tirar), “tomacorrientes” (por enchufe), “carro” (por coche), “artefacto” (por equipo), “foco” (por bombilla) y otros muchos con el fin de mejorar la comunicación.

En el aspecto docente, uno de los desafíos más importante fue explicar conceptos como corriente alterna, corriente continua, tensión, potencia, energía o corriente a una población con un nivel educativo muy bajo o incluso analfabeta. A priori, se puede pensar que estos conceptos son del todo innecesarios para una población rural. Nada más lejos de la realidad, estos conceptos son necesarios, para que puedan conseguir de manera autónoma aparatos compatibles con sus sistemas de corriente continua de 12 V. Para que entiendan que esta es una solución con una cantidad de energía limitada y que si la sobrecargan, haciendo uso de varios aparatos de alto consumo, descargarán la batería y no dispondrán de electricidad cuando realmente la necesitaran.

Cada capacitación nos enseñó algo nuevo y nos permitía mejorar las capacitaciones siguientes. Todas tuvieron algo de especial. Aunque ya ha pasado cierto tiempo desde que capacitamos la última localidad, todavía quedan vivas en el recuerdo todas las experiencias que compartimos con un pueblo humilde, trabajador y sobre todo acogedor.

Entre los muchos lugares que visitamos, recordamos la capacitación de Santa Rosa de Unanca Alta. La misma semana tres de sus pobladores habían muerto y estaban celebrando el velorio por sus seres queridos. La forma de vida de estas comunidades dista bastante de la de nuestras ciudades, pero también es mucho más genuina, más humana si se nos permitiera la expresión. Estas personas son materialmente muy pobres, pero sin embargo se tienen los unos a los otros, están muy unidos. Los nacimientos, las muertes, las festividades y las estaciones marcan el día a día de la comunidad. En Santa Rosa, a pesar del duelo, la localidad acudió masivamente a la capacitación y al final de la misma, el presidente del CEF pronunció un discurso muy emotivo. Nos agradeció en nombre de su comunidad el habernos fijado en su localidad, nos agradeció el haber venido desde tan lejos para capacitarles, nos agradeció el haber explicado con palabras sencillas el uso de aparatos tan complejos, nos agradeció el traerles la luz eléctrica. Asimismo se disculpó por no hacer una gran fiesta para celebrar la llegada de la luz, pero como ya sabíamos, la localidad estaba de luto. Finalmente nos invitaron a una suculenta comida.

Una de nuestras primeras capacitaciones tuvo lugar en Succhabamba. Jamás habíamos contemplamos un paisaje semejante, gigantescas montañas desarboladas, precipicios sin fin, barrancos secos. Lo más sorprendente de todo es que a pesar de su difícil acceso no era la localidad más aislada de la región. En esta impresionante región la naturaleza era hostil y el clima seco y había que arrancarle los pocos recursos que ofrecía. A pesar de esta escasez sus habitantes eran acogedores y generosos. Nunca vimos a gente tan pobre dar tanto. Nos ofrecieron un suculento plato formado por arroz y patata, la base de su dieta, así como pollo. La carne es un recurso escaso dado que poseen un número limitado de animales y sólo los sacrifican en situaciones muy excepcionales.

 
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