El año nuevo egipcio, cuando se instauró el calendario solar en el Antiguo Egipto, debió comenzar un remoto año en los albores de la civilización egipcia, cuando Sotis (la estrella Sirio) apareció por el horizonte oriental, poco antes de la salida del sol (salida helíaca de Sotis) y el río Nilo comenzaba a crecer desbordándose y fertilizando las resecas tierras del Valle.
Este momento de la salida helíaca de Sotis era siempre un acontecimiento extraordinario. La estrella Sirio, que durante unos setenta días había permanecido oculta, de repente, hacía su aparición poco antes de la salida del sol. Aquel año sería determinante para el cómputo del tiempo en la época faraónica. A partir de aquel día los egipcios utilizarían el año solar.
Pero un año solar tiene algo más de 365 días, por tanto y dada la forma en que estaba establecido el calendario civil, se producía una diferencia con respecto al año solar que se iba acumulando con los años. Se encontró un papiro (el papiro médico Ebers) con un calendario que sitúa el comienzo de la inundación, y por tanto del año agrícola, en el mes tercero de la estación shemu, en lugar del primer mes de la estación ajet. Estas diferencias entre el comienzo de la inundación y el año nuevo egipcio, han permitido especular acerca del momento del nacimiento del calendario civil en el Antiguo Egipto.
Las diferencias entre el comienzo del año civil y el comienzo de la crecida se acumulaban año tras año, lo que significaba que tenían que pasar 1460 años para que volviera a coincidir el primer día del año civil con el primer día de la crecida.
El dato de la crecida era registrado cuidadosamente por los egipcios desde épocas muy remotas. Lo sabemos gracias a un documento, la Piedra de Palermo, con un texto grabado en la época de Neferirkara Kakai, tercer faraón de la dinastía V, que reinó desde c. 2458 al 2438 a. C. Este documento incluye el dato de la altura de la crecida, año a año, reinado a reinado, desde el predinástico hasta el momento de su inscripción. Es decir, un período superior a los 650 años.
Para un pueblo que basaba su economía en la agricultura y ésta era determinada por la inundación, conocer la fecha de comienzo de la inundación era importante. Y esta fecha era calculada por los sacerdotes. Eran ellos quienes la deducían a través de un calendario religioso, basándose en observaciones astronómicas, las festividades religiosas y la fecha de la inundación. El poder que otorgaba al clero ese conocimiento, de alguna manera secreto, fue una de las causas para oponerse al Decreto de Canopus de Ptolomeo III, que armonizaba el calendario.
Las fiestas del calendario
El calendario del Antiguo Egipto, al que nos estamos refiriendo, identifica y nombra las fiestas asociándolas a fechas concretas; igual que los calendarios actuales.
Si consideramos la importancia de la fiesta en función del número de ofrendas en la lista correspondiente, como se explica más adelante, las fiestas se ordenarían de la siguiente manera:
1º La Fiesta de Opet.
2º La Fiesta de Sokar.
3º La Fiesta de la Coronación del Rey.
4º La Fiesta de .
La Fiesta de Opet era la más importante de las festividades tebanas. Según el calendario inscrito en el muro de Medinet Habu, comenzaba el día 19º del segundo mes de la estación de ajet y duraba 24 días. En el Papiro Harris, perteneciente al mismo reinado, pero escrito con posterioridad, se indican 27 días. En ella participaba masivamente el pueblo egipcio1.
La importancia de la Fiesta de Sokar en Medinet Habu, radica en que el dios Sokar es el dios de la necrópolis y el templo tiene carácter funerario. Se celebraba el cuarto mes del calendario civil y duraba cuatro días en la época de este calendario, aunque en reinados posteriores se fue incrementando el número de días festivos. Aquí se identifica este dios con Osiris, al igual que en la necrópolis menfita.