La necesidad de una visión integral
Cabe decir que el uso de la bicicleta en los entornos urbanos se ve, a día de hoy, condicionado por la hegemonía del automóvil, que continúa siendo el medio imperante en las ciudades europeas. La bicicleta está superpuesta artificialmente a un sistema urbano en el que todavía prima el automóvil. Por muchas infraestructuras ciclistas que se construyan, su uso urbano se ve abocado al fracaso ante el incesante aumento del tráfico motorizado.
Para avanzar en favor de la promoción de la bicicleta cabría actuar en dos direcciones. Por un lado, sería necesaria una redistribución de los medios de transporte hacia modos más equilibrados y un replanteamiento de los patrones de movilidad, íntermodalidad y accesibilidad urbanos. Sólo de esta forma podrá dársele a la bicicleta un marco adecuado en el que pueda desempeñar un papel relevante dentro del sistema de transportes. Para ello sería necesario actuar a través de políticas de estimulación y disuasión, mediante estrategias coherentes que contemplen tanto medidas que favorezcan el acceso a los medios de transporte alternativos al coche (bicicleta, transporte colectivo), como medidas que disuadan y restrinjan paulatinamente el uso inmoderado del automóvil en el entorno urbano (a través de la restricción del estacionamiento y del acceso al centro de la ciudad, fundamentalmente, zonas peatonales con carriles bici).
Por otro lado, no hay que olvidar que la bicicleta ha perdido su consideración y su imagen como medio de trasporte. Por ello, las actuaciones infraestructurales sólo tendrán éxito cuando vayan debidamente ligadas e integradas a políticas y estrategias que incidan de manera coordinada, integral y coherente en todo el conjunto de factores relacionados con la seguridad vial y la percepción psicosocial del ciclismo urbano. Para que se produzca esta transformación socio-cultural de la percepción de la movilidad es imprescindible el impulso institucional; las actuaciones locales a favor de la bicicleta deben partir de la iniciativa municipal, que tiene que empezar a pensar en ésta como una alternativa real de medio de transporte urbano cotidiano.
Una iniciativa que contemple sólo las cuestiones infraestructurales y que no actúe sobre el resto de los elementos que condicionan el uso de la bicicleta, no cuenta con garantías de éxito. Si bien la existencia de vías ciclistas se considera un elemento imprescindible para el uso seguro, cómodo y eficaz de la bicicleta, pues proporciona al ciclista un alto grado de seguridad y estimula el uso, la mera construcción de carriles no es suficiente para desarrollar el potencial ciclista latente en la sociedad. Para esto es necesario el redescubrimiento de la bicicleta como medio de transporte plural y libre de los estereotipos actuales.
Toda medida infraestructural necesitará complementarse con programas divulgativos, educativos y promocionales, y sólo tendrá éxito cuando vaya ligada a la estrategia global de reducir el tráfico rodado contaminante.
El nuevo escenario tecnológico
La reciente irrupción en el mercado de una tecnología capaz de proporcionar un nuevo servicio para los ciudadanos, ya disponible y que además cuenta con una acogida muy favorable por parte de los ayuntamientos en toda Europa, ha determinado que varias empresas se decidan a participar de forma activa en estos proyectos de mejora de la movilidad urbana, mediante el desarrollo de su propia propuesta de servicio, para dar respuesta a esta nueva demanda de los ciudadanos.
Este nuevo “objeto del deseo” de los municipios europeos consiste en la implantación de sistemas de autoservicio de elementos de transporte (en este caso bicicletas) ecológicos, alternativos al transporte privado y complementarios con el transporte público.
Objetivo del sistema de gestión de bicicletas
El objetivo del sistema de terminales de autoservicio para el alquiler de bicicletas automatizado es poner a disposición de los ayuntamientos y otros clientes interesados un servicio automático y desatendido (autoservicio) que permita a un ciudadano obtener por sí mismo un vehículo de transporte (en este caso una bicicleta) en un lugar que denominaremos estación, utilizar el elemento de transporte durante un tiempo determinado y finalmente facilitarle su devolución en la misma o en otra estación de bicicletas.
El servicio prestado deberá garantizar al mismo tiempo un modelo flexible de gestión y explotación del sistema, que le permita garantizar la correcta prestación del servicio de forma continua y permanente, así como ajustarse a las necesidades y requerimientos actuales y futuros.