Carlos Díaz Azarola, Rector del Seminario Diocesano de Getafe e Ingeniero de ICAI:

“Sólo podía ser feliz dando a Dios un cheque en blanco”

En absoluto. Yo fui el primer sorprendido y todavía me pregunto qué hago yo aquí. Soy un cura bastante inmaduro y bastante mediocre, aunque me esfuerzo por mejorar y le pido a Dios todos los días que no me deje estropear mucho su obra. Lo mejor que tengo a mi favor es un fantástico equipo de colaboradores: somos seis los sacerdotes directamente responsables del Seminario (entre ellos también se encuentra mi hermano Gabriel), y da gusto matarse a trabajar codo con codo en un ambiente de tanta confianza y de tanto “estilo sobrenatural”.

¿Presenta dificultades el hecho de tu formación de ingeniero para ser rector o por el contrario piensas que facilita tu labor?

Mi paso por el ICAI ha marcado mi manera de pensar, de estudiar, de trabajar, de hablar… Ahora que acabo de defender mi tesis doctoral en Teología Dogmática, he palpado muchas veces que, a pesar de las diferencias en cuanto al objeto de estudio, he aplicado con mucha frecuencia, también en cuestiones prácticas de mis tareas sacerdotales, una manera de situarme ante los problemas y de buscar soluciones que aprendí en las aulas del ICAI. Allí recibí una gran cantidad de conocimientos teóricos y prácticos, pero sobre todo, una auténtica “formación”, en un sentido mucho más amplio, que implica, en definitiva, aprender a vivir la vida plenamente, íntegramente.

Al igual que en algunas ciencias se considera imprescindible para su análisis y conocimiento estimarlas como un gran marco, donde se necesitan otras varias, -por citar el ejemplo de la historia, donde no es posible avanzar sin la geografía, economía, medicina, heráldica, religión, y varias más, y desde hace pocos años también la ingeniería-, ¿piensas lo mismo acerca de la Iglesia?

Si nos ceñimos a la cuestión de la formación de los sacerdotes, que es la aventura en la que estoy embarcado, lo primero que tengo que hacer es dar gracias a la Iglesia por el enorme esfuerzo que lleva a cabo en la reflexión sobre este asunto. Son muchos y muy luminosos los documentos de los papas, concilios, sínodos, congresos… que orientan la labor formativa de los Seminarios, de cara a responder a las exigencias del mundo contemporáneo, al que los sacerdotes deben comunicar en un lenguaje adecuado la riqueza del Evangelio en toda su profundidad. El estudio de la Teología debe ser necesariamente multidisciplinar y el plan de estudios de los seminaristas incluye muchos créditos de Filosofía y también algunos de Historia, Sociología, Psicología e incluso Latín y Griego. Pero esto pertenece únicamente a la dimensión académica de la formación sacerdotal, que debe integrar armónicamente otras dimensiones no menos importantes: la formación humana, la espiritual, la comunitaria y la pastoral, principalmente.

¿No contemplas una unión íntima de Ingeniería e Iglesia que ayude a descubrir facetas significativas relativas a acontecimientos históricos de la Iglesia, todavía no analizados con detalle y profundidad, que podrían aclararse con una mayor vinculación entre ambas? Algo así ocurre en importantes perspectivas de los nuevos descubrimientos en la historia actual, pues, por ejemplo, gracias a la Ingeniería, se ha podido concretar la existencia de multinacionales en España en el siglo XVII, -hasta ahora se pensaban que habían tenido un origen reciente-, que están permitiendo avances decisivos en el análisis de su funcionamiento, base fundamental para facilitar sobremanera decisiones actuales.

La Iglesia, como cada cristiano, vive con los pies en la tierra y la mirada en el cielo. Todo lo que pasa en el mundo atañe a la Iglesia, que es enviada al mundo como mensajera de la Verdad. Cualquier forma de colaboración entre la Iglesia y el mundo es deseable, pero la misión de la Iglesia no es decir lo que el mundo quiere oír, sino anunciar un mensaje que está incluso por encima de ella y que todo hombre necesita, aunque no siempre lo quiera recibir.

Consideramos muy importantes tus opiniones sobre la Iglesia en el siglo XXI y su posible y razonable evolución. ¿Compartes la extendida idea de la escasa vinculación, en cuanto al número, de los jóvenes actuales con la Iglesia?

 
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