A través de esta entrevista, Miguel Ángel Agúndez, Presidente y Decano de nuestras instituciones hasta el pasado mes de junio, hace balance de lo que han sido sus ocho años al frente de las mismas, los anhelos vividos, los objetivos cumplidos, los retos a los que hubo que hacer frente y no podía faltar una mirada optimista al futuro.
Pero antes de entrar en materia, conozcamos más a Miguel Ángel en lo que ha sido su trayectoria profesional y que tal vez muchos de nuestros lectores no conozcan.
¿Nos puedes resumir cuál ha sido tu trayectoria profesional desde que terminaste tus estudios en ICAI?
Al acabar los estudios, a pesar de ser una época también de crisis económica, no teníamos problemas para encontrar trabajo y, gracias a otro Ingeniero de ICAI ilustre, Antonio Benítez, encontré mi primer trabajo en el Plan Nacional de Electrificación Rural dentro de ENDESA. Posteriormente, al desear cambiar de residencia, entré en una empresa de telecomunicaciones en la que, en ese momento, no había ningún ICAI y a la que accedí a través de un anuncio en el periódico. Allí fui Jefe de Ingeniería durante nueve años y experimenté lo que es una fábrica y el desarrollo de un producto. Al tener conocimiento, a través de nuestra Asociación, de la convocatoria de unas oposiciones de asesor a las Cortes Generales, y con ánimo de cambiar un poco la técnica por la gestión, me presenté y tuve la suerte de ser el primer asesor por oposición en el Congreso de los Diputados. En esta época sí tuve la suerte de poder compaginar esta labor con la del emprendimiento y participé en diferentes sociedades inmobiliarias, de construcción, de estudios de medioambiente, de jardinería y de producción de áridos. Actualmente, en una etapa más tranquila profesionalmente, mis actividades se orientan a la consultoría y gestión de empresas y a la participación y creación de nuevas compañías, ya sean de ingeniería eléctrica o de otras start-up.
Unido a la trayectoria profesional que nos ha contado Miguel Ángel, hay que reseñar que, además de Ingeniero Electromecánico del ICAI, promoción de 1974, es Ingeniero Industrial del ICAI (1976), máster en Planificación y Administración de Empresas por la Universidad Politécnica de Madrid (1983), licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1988), diplomado en Derecho Comunitario por la Secretaría de Estado para las Comunidades Europeas (1989) y ha realizado cursos de especialización en arbitraje. Actualmente pertenece al Comité de Arbitraje de Ingeniería y Energía de AEADE- ICAI.
¿Cómo surgió la idea de presentar tu candidatura como Presidente/Decano de la Asociación y Colegio de Ingenieros del ICAI?
La verdad es que llevaba varios años colaborando en la Asociación y perteneciendo a su Junta Directiva, cuando el entonces Presidente y actual Secretario General, Juan Zaforas, me propuso, en un momento dado y sin que tuviera ninguna expectativa al respecto, la posibilidad de presentarme a las elecciones del año 2004, todo ello contando con el apoyo de los que en aquel momento ocupaban la Secretaría General, Eugenio Brú, y la Secretaría Técnica, José Manuel González Pruneda.
Una vez superada la sorpresa, ya que siempre había pensado que, entre todos los ICAI, sin duda habría alguno que, seguro, lo haría mejor que yo, contesté a Juan que si él pensaba que yo era el adecuado, era para mi un honor y un placer aceptar y asumir mi compromiso de trabajar todo lo posible para estar a la altura sirviendo a las instituciones y al ICAI.
Me presenté, no hubo más candidaturas y fui proclamado Presidente en 2004 y reelegido por un segundo mandato en 2008.
¿Cuáles son los principales retos a los que te has tenido que enfrentar como Presidente/Decano de nuestras instituciones?
Los colegios y las asociaciones profesionales son instituciones vivas que se enfrentan a nuevas situaciones día a día y que evolucionan con la sociedad, con sus cambios y con sus circunstancias. Por ello a lo largo de estos ocho años nos han tocado vivir diversos momentos, unos mejores que otros, a los que hemos intentado dar siempre la respuesta más adecuada, confiando en haber sabido acertar en cada uno de ellos.
Una de nuestras inquietudes permanentes es la de ser atractivos a todos nuestros asociados y colegiados, atendiendo a cada generación, sus problemas, sus necesidades, y desarrollando actividades y servicios adecuados. Ejemplos de algunas de las cosas que hemos puesto en marcha durante mis mandatos son la creación del SEJU, que agrupa a los más veteranos, las reuniones con los delegados de las promociones 20XX, los "Encuentros con… en Reina 33" para los más jóvenes y el apoyo a la academia de preparación de las oposiciones al cuerpo de ingenieros industriales del Estado, así como nuestro reto permanente en estar al día en todas las redes sociales.
En los últimos años, y como consecuencia de la deteriorada situación económica, el poder mantener nuestro nivel de servicios y actividades nos ha exigido hacer grandes esfuerzos y poner mucha imaginación, pudiendo calificarse de gran reto. Esta situación además ha coincidido con la evolución del concepto de los colegios desde instituciones no solo al servicio de los colegiados, sino de los clientes de los colegiados y de la sociedad en su conjunto.
Pero los más difíciles y ante los que uno se siente más impotente son los retos impuestos por los cambios administrativos y legislativos. Justificándose en lo que dicta Europa, los Gobiernos y las Administraciones quieren modelar los colegios hasta conseguir un perfil bajo. Ya hemos visto cómo se ha adaptado la Directiva de Servicios en España a través de la Ley Paraguas, la Ley Omnibus o el decreto de los visados, ya hemos visto igualmente cómo se lleva a cabo la adaptación del Proceso de Bolonia, afectando a la estructura de los títulos académicos y no contentando a nadie, y ya veremos cómo nos afecta la futura Ley de Servicios Profesionales que el gobierno anterior no pudo rematar, afortunadamente, ya que los textos filtrados eran el anuncio del fin de las profesiones y de sus colegios.
En definitiva, nos han querido maniatar reduciendo la autonomía de financiación que teníamos; quieren, en aras de unas normas de competencia difíciles de entender, liberalizar y desregular poniendo en riesgo la calidad y seguridad de los servicios que prestan los ingenieros e incluso llegando a favorecer y facilitar un cierto intrusismo profesional.
¿Crees que la Asociación y el Colegio Nacional de Ingenieros del ICAI están preparados para afrontar todos estos cambios legislativos?
Creo rotundamente que sí estamos preparados y de hecho hemos evolucionado muy satisfactoriamente, habiendo liderado algunos de los procesos de cambio que se están produciendo en el entorno de los colegios profesionales.
A pesar de que nuestra dimensión es muy pequeña en comparación con otras ingenierías, nuestra agilidad, la perfecta compenetración del Presidente/Decano con su Comisión Permanente y su Secretario General, así como el apoyo de la Junta y la profesionalidad del equipo que tenemos en la oficina, junto con nuestro claro posicionamiento respecto a los temas fundamentales que se están dilucidando en las organizaciones profesionales, nos han permitido y nos siguen permitiendo liderar muchas de las iniciativas en las que se está trabajando, aglutinar opiniones y voluntades o ser catalizadores de otras. Estamos satisfechos de ello y he de reconocer que esto solo se consigue con mucho esfuerzo y entrega, y doy fe de que hay mucho trabajo en estos ocho años.
La tarea sigue y no me cabe duda alguna de la capacidad e intención del equipo que dirige actualmente Román Escudero. Estoy convencido de que nuestra Asociación y Colegio seguirán jugando un papel muy importante dentro de las organizaciones de la ingeniería, incrementando si cabe las magníficas relaciones personales que existen hoy con todos; participando activamente en el IIE, donde nuestra rama tiene la mayor participación de ingenieros en los comités; en AMIC, donde estamos muy involucrados contando con nuestro Secretario General como vicepresidente de la entidad; estando presentes en la Real Academia de Ingeniería; participando activamente a través de grupos de trabajo en la Unión Profesional de Ingenieros (UPCI) o poniendo en marcha la certificación de profesionales desde la recientemente creada Asociación de Ingenieros Profesionales de España (AEIPE), donde ocupamos una vicepresidencia, siendo uno de los socios fundadores y con más empuje para conseguir la suma de todas las ramas al proyecto.
¿Cómo ves el futuro de las asociaciones y colegios profesionales?
Soy muy optimista con el futuro, aunque no vaya a estar exento de cambios, adaptaciones, sacrificios, etc., y es posible que en esta carrera de fondo no todo el mundo llegue igual de preparado. Nosotros venimos luchando por que todos podamos estar en las mejores condiciones y que tanto las asociaciones como los colegios tengan su recorrido y su campo de actuación, pero ya veremos.
Nuestro punto de vista es claro, las asociaciones son instituciones privadas, lo que las hace más flexibles y adaptables, fomentan el vínculo entre sus asociados profesionales, prestándoles servicios y desarrollando actividades de interés común a todos ellos.
Por otra parte, en nuestro caso es la Asociación la que viene trabajando por la identidad de nuestra profesión desde sus orígenes y luchando en muchas ocasiones contra todos los elementos; asimismo es la que mantiene el lazo de unión con nuestra escuela y nuestra universidad, fomentado unas relaciones magníficas que obtuvieron su reconocimiento con motivo de la celebración del Centenario de la Escuela, donde se nos concedió la Medalla de Oro de la Universidad.
Por su parte, el Colegio, al ser una entidad de derecho público bajo la tutela del Ministerio de Industria, es una institución menos flexible y con un alto nivel de requerimientos y condicionantes administrativos. A ello se suma, en mi opinión, que los políticos actuales no desean que ejerzan verdaderamente sus fines y para ello, buscando un mayor y "teórico" derecho de competencia y libertad de mercado, "malcopiando" modelos y eliminando profesiones reguladas, pueden poner en peligro el futuro del modelo colegial, teniendo como primera derivada que la calidad y seguridad de los servicios que los ingenieros prestan a los ciudadanos sean mucho más bajas y que no se pueda garantizar la asunción de la responsabilidad y satisfacción de los posibles perjuicios ocasionados por una mala praxis de los profesionales.
Por lo tanto, el futuro es difícil pero prometedor para las asociaciones y los colegios y, en concreto en nuestro caso, soy muy optimista pues siempre se está pensando en innovar y trabajar con ánimo y visión de futuro. Esto siempre ha dado sus frutos y si le unimos la base de colegiados/asociados tan magnífica y entregada con la que contamos, estoy seguro de que conseguiremos aumentar nuestra participación en toda la sociedad.
¿Qué papel crees que deben jugar los ingenieros en la sociedad actual?
Ya en una de las ponencias que hicimos en el IIE el lema fue "El ingeniero del ICAI al servicio de la sociedad", lo que demuestra la importancia que le damos a nuestra labor para la sociedad.
Creo que, a lo largo de los años, las empresas y las sociedades han estado más dirigidas por economistas y abogados y ahora, con la crisis, se ha comprobado que lo importante es una dirección que pueda producir realidades tangibles, que cambien el modelo productivo; eso significa una labor de ingeniería a fondo y es lo que nos demanda la sociedad.
El propio perfil de ingeniero implica trabajar con profundidad y eficacia, sin opinar y sin estar presente en la sociedad civil o política. Esto, que en algunas circunstancias es una gran cualidad, pienso que nos ha llevado a un nivel muy bajo de influencia en la sociedad y que debemos cambiarlo. El ingeniero tiene la obligación de transmitir sus conocimientos a la sociedad e informarle de la posible evolución; en estos momentos es fundamental para salir de la crisis fortalecidos.
¿Cuáles consideras que son los logros que se han alcanzado en tu etapa y de los que te sientes más orgulloso?
Hay tres cosas que destacaría. La primera es nuestra presencia en el mundo institucional, donde ocupamos actualmente un puesto preferente y en muchos casos de liderazgo y reconocimiento por parte de todos. Esto significa una proyección de la marca ICAI fundamental y nos está dando un gran prestigio que, unido a los esfuerzos que se hacen en la misma dirección en nuestra Escuela, nos permite afirmar que la marca ICAI goza de una muy buena salud.
El segundo asunto que quiero destacar es nuestra labor editorial durante estos años, ya que hemos participado de una manera u otra en la edición y publicación de un número importante de obras que quedan para el futuro. Una de nuestras apuestas editoriales está vinculada con las cátedras de nuestra universidad a través de la colección Avances de la Ingeniería, con un total de nueve volúmenes. La otra apuesta de la que me siento muy orgulloso, dada mi doble condición de ingeniero y abogado, es la colaboración realizada con Iberdrola y que se enmarca en la transmisión de conocimientos jurídicos para los ingenieros, habiéndose publicado un Manual de Derecho para ingenieros y hasta trece Cuadernos de Derecho para ingenieros, que esperamos que siga aumentando con nuevos cuadernos.
Por último, pero no menos importante, quiero también destacar la evolución de un proyecto iniciado con anterioridad a mi mandato, pero que tuvimos la oportunidad de dotar de una estructura jurídica más adecuada, y es la Fundación de Ingenieros del ICAI para el Desarrollo, desde donde hemos contribuido a echar una mano al mundo de la cooperación con nuestra solidaridad tanto económica como a través de muchos voluntarios y sus capacidades.
¿Te ha quedado alguna cosa en el tintero por hacer?
Pues tengo que decir que sí, ya que, igual que nos marcamos un objetivo para incrementar la presencia de nuestros compañeros en las Administraciones y apoyamos de una manera muy importante la creación de la academia de preparación para las oposiciones a ingenieros industriales del Estado, logrando un éxito muy importante, no hemos sido capaces de encontrar la fórmula para impulsar la presencia de los ICAI en el mundo de la política, donde hay algunos ejemplos brillantes, pero en mi opinión insuficientes.
Por último, y como más importante de mi paso por la presidencia de la Asociación y Colegio, quiero destacar:
Todo esto ha hecho que, a pesar del trabajo que ha supuesto, mi etapa como presidente y decano haya sido una época maravillosa y considero que he tenido un gran privilegio por el que estoy enormemente agradecido.