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Olimpiada Matemática 2013

Los alumnos de la Universidad Pontificia Comillas Álvaro Franco Guisasola, Felipe Gil Borrallo (ambos de 1º de IEM), y José Javier González Ortiz (de 1º de ITL), han obtenido todos ellos medallas de bronce en la XX Edición de la Olimpiada Matemática universitaria IMC (Internacional Mathematics Competition), que tuvo lugar en Blagoevgrad (Bulgaria), del 6 al 12 de agosto de 2013.

Participaron 321 estudiantes de 72 universidades, cuatro de ellas españolas, en esta competición pensada para estudiantes de 1º, 2º, 3º y 4º curso de enseñanzas universitarias de todo el mundo que, durante siete días, deben resolver problemas en los campos de álgebra, análisis (reales y complejos), geometría y combinatoria. Los problemas son de tal complejidad que prácticamente todos los participantes son estudiantes de matemáticas, siendo nuestros compañeros los únicos ingenieros presentes en la competición.

La participación de los estudiantes de Comillas ha sido posible gracias al apoyo económico e institucional de la Asociación Nacional de Ingenieros del ICAI, que financió dicha participación junto con la ETSI. A continuación, publicamos las experiencias personales de los participantes que esperamos contribuyan a animar a más estudiantes de ICAI a participar en próximas ediciones.

Para más información, consulta en esta dirección:

http://www.imc-math.org.uk/

José Javier González Ortiz

"He de reconocer que disfruté muchísimo de lo que, en un principio, pensé que podría ser una vivencia algo tediosa. Y es que reconozcámoslo, ir a un pueblecito perdido de Bulgaria a hacer exámenes repletos de intrincados problemas matemáticos en mitad de agosto, cuando uno ya ha olvidado todo lo aprendido a lo largo del año, no parece para nada atractivo.

Sin embargo, tal y como reconocía John Jayne, el presidente de la IMC, los exámenes son un mero trámite y la verdadera experiencia enriquecedora es tener la oportunidad de interactuar con otros jóvenes matemáticos capaces de entender las alocadas ideas que el mundo de los números ofrece. Y es cierto que frente a otras competiciones como la IMO, donde uno representa a su nación y la rivalidad con el resto es patente, la IMC se postula como una competición más desenfadada donde la mayoría de participantes aprovecha la estancia para pasar tiempo con gente de otros países y culturas.

Desde los otros participantes españoles hasta estudiantes sudafricanos, rusos e iraníes, pasando por ingleses, alemanes y franceses, la variedad cultural era asombrosa. Por las tardes y las noches podías bajar a la recepción del hotel y las zonas cercanas a pasar el tiempo jugando a juegos de cartas, de mesa (el ajedrez era la predilección para muchos) o incluso a improvisados partidos de fútbol. En esos momentos uno podía observar la manera tan particular en la que muchos de estos universitarios pensaban, deduciendo e induciendo resultados y puede que, en ocasiones, dándole demasiadas vueltas a las cosas. Pero no eran así todo el tiempo y cuando los españoles ofrecimos una barbacoa, que viene siendo tradición ya en esta competición, desconectaron y disfrutaron como uno cualquiera de nosotros. Si bien se notaba que los ingenieros poseíamos una visión algo más pragmática y menos abstraída de la realidad.

Los exámenes fueron tan imposibles como se esperaba e incluso más que otros años, lo cual hizo que las puntuaciones cayeran respecto a anteriores ediciones. La gran mayoría de los asistentes nos resignamos a los problemas más sencillos donde se podían arañar unos cuantos puntos con objeto de aspirar al galardón. Particularmente, los alumnos de ICAI conseguimos resolver el primer problema, relacionado con el Álgebra Lineal que aprendimos en primero y que junto con otros pocos puntos que conseguimos del resto de problemas, nos permitieron obtener los puntos necesarios para volver a España con una medalla de bronce.

Por último, agradecer el apoyo y la preparación de Javier Rodrigo de Hitos y Pedro Ciller que nos aconsejaron y advirtieron de los aspectos de esta competición y de los inconvenientes que tiene pues, creedme cuando os lo digo, la gastronomía búlgara en comparación con la española deja mucho que desear.

Por todo ello creo que la IMC 2013 ha sido una experiencia singular y extraordinaria y me gustaría agradecer al ICAI la oportunidad que me ha brindado de poder participar".

Felipe Gil Borrallo

"Cómo describir la experiencia IMC... No puede uno hacerse una idea de cómo es si no va.

Aterrizamos en Sofía. Surgió el pequeño inconveniente de que tuvimos que esperar un buen rato a que llegase el autobús que nos llevara a Blagoevgrad, que está a más de 100 km de Sofía. Así que en el aeropuerto empezamos a ver con curiosidad cómo llegaban estudiantes (generalmente de matemáticas) de todo el mundo. Allí conocimos a algunos de los españoles que participaban en la competición y que, al igual que nosotros, esperaban al autobús.

Después de llegar nos instalamos en una habitación de la residencia de la American University in Bulgaria. Antes de los exámenes vivíamos en tensión, examinando como depredadores hambrientos nuestro entorno en busca de posibilidades (¿de aprendizaje, de huida?). Los exámenes eran al otro lado de la ciudad, en otro edificio de la Universidad. Y aquí surgió el siguiente inconveniente: el día del primer examen, entre una cosa y otra, no descubrimos que los exámenes se hacían a 20 minutos andando de la residencia hasta 15 minutos antes del examen. Cosas como echar una carrera por las calles de Blagoevgrad, sin tener claro el destino (ni el geográfico, ni si llegaríamos a tiempo) son las que hacen que uno recuerde estas experiencias con afecto y orgullo. Al menos, el segundo día ya íbamos prevenidos y fuimos con suficiente antelación.

Los exámenes, desde el punto de vista de un ciudadano medio, eran un galimatías de conceptos matemáticos, garabatos y jeroglíficos a partes iguales. Desde el punto de vista de un ingeniero, demostraciones casi imposibles de corolarios de múltiples teoremas, que hacían a uno preguntarse qué utilidad se les iba a encontrar, aparte del sufrimiento de las personas que se someten al examen y el disfrute de quien elabora las preguntas.

Sin embargo, visto con perspectiva, ese tipo de exámenes aportan a un estudiante un enriquecimiento mental interesante, aun cuando no llegue a comprenderlos del todo.

Una vez terminados, el ambiente era más propicio para relacionarse y conocer a la gente. Sin palabras. Una multiculturalidad difícil de superar en cualquier evento mundial. Podías estar hablando con un iraní, con el que apenas te entendías, te dabas la vuelta y te ponías a hablar con un brasileño, mientras un chino y un alemán conversaban observando todo el intercambio como si fuera lo más normal del mundo. Lo curioso es que todas estas personas eran geniales estudiantes de matemáticas, lo que hacía aún más curiosa la experiencia: uno podía aburrirse, juntarse a jugar al ajedrez o a las cartas, aprender origami…

Finalmente tengo que hablar del acto de clausura y entrega de premios. Fue impresionante el momento de recibir la medalla de bronce, sin desmerecer a los rusos que siempre se imponen en este tipo de competiciones. Se ve que no todos los matemáticos tienen la mente tan n-dimensional como parece ser el estereotipo, sino que también algunos pueden ser vencidos por un ingeniero si se encuentra el problema adecuado.

Se hizo la tradicional barbacoa, organizada por los españoles (parece que es verdad lo que se dice sobre que somos más salaos), como guinda a todo lo sucedido. Fue un disfrute por parte de personas de multitud de nacionalidades.

Finalmente, hay ciertos detalles con que uno se queda en la IMC, que luego la hacen divertida de recordar a pesar de la tensión y las dificultades: que un estudiante chino se sienta más cómodo haciendo los exámenes en cuclillas sobre la silla, o que un juego de cartas que pensabas que era tradicional español sea conocido y jugado por personas desde Rusia hasta Sudáfrica, y desde Brasil hasta China, o que en Bulgaria se coma más pepino que pan…

En resumen, una IMC es una experiencia que se queda grabada en la mente, tanto por el ocio como por lo didáctico, además de por los momentos en los que convivir con matemáticos lleva a que éstos intenten mezclar ambas cosas y tú les sigas la corriente. En ese momento puedes asegurar que has ido a la IMC.

Aprovecho para dar mi más sincero agradecimiento a la Asociación Nacional de Ingenieros del ICAI, que no sólo ha hecho posible nuestra participación en la IMC, sino que ha colaborado en la organización de la misma para hacernos el viaje más cómodo. Gracias a ellos hemos podido vivir esta gran experiencia".

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