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Premios Asociación 2013

 

El día 14 de octubre tuvo lugar la entrega de los Premios de la Asociación en la que se incluyó el habitual homenaje a los ingenieros que celebran en 2013 sus Bodas de Oro y Plata como Ingenieros del ICAI (promociones 1963 y 1988, respectivamente). La entrega del Premio Javier Benjumea, en su XIX Edición, ha recaído en D. Tomás Gómez San Román, de la promoción 1982; el III Premio al Emprendedor del Año fue para D. Pedro Espinosa Martínez (promoción 2007), Fundador de las Yogurterías Llaollao, el otorgamiento de la distinción de este año recayó en D. Tomás Pérez Durías y se nombró Miembro de Honor a D. José Ramón Busto Saiz S.J.

Tomás Pérez Durías.

La celebración comenzó con una misa en la iglesia de la Universidad Pontificia de Comillas y continuó en el Aula Magna con todos los asistentes. En la Mesa Presidencial, Román Escudero Gallego, Presidente de la Asociación de Ingenieros del ICAI, dio la bienvenida a los asistentes, agradeció a todos su presencia y procedió a presentar al resto de componentes de la mesa: D. Julio Martínez Martínez SJ., Rector de la Universidad Pontificia Comillas, Javier Benjumea Llorente, representante de la familia Benjumea, Mariano Ventosa Rodríguez, Director de la Escuela Superior Técnica de Ingeniería (ICAI), y Paloma Sevilla García y Miguel Alegre Marrades, Vicepresidenta 1º y Vicepresidente 2º, respectivamente, de la Asociación de Ingenieros del ICAI.

Tras esta apertura dio comienzo el acto con el otorgamiento de la distinción a Tomás Pérez Durías (promoción 1958) que siempre se ha significado por su dedicación y disponibilidad para con nuestras instituciones colaborando durante mucho tiempo con la labor desarrollada en la Asociación.

Bodas de Oro de la Promoción 1963

Benjamín Galiana Ortiguela, en representación de los miembros de la promoción 1963 que celebraba sus Bodas de Oro, recogió la insignia junto con el diploma conmemorativo. Aquí transcribimos su emotivo discurso:

Benjamín Galiana Ortiguela.

"Querido P. Rector, querido Presidente de la Asociación y del Colegio, queridos miembros de la mesa, queridos amigos y amigas, y queridísimos compañeros de promoción y esposas.

Para explicaros por qué estoy aquí hablando en esta celebración de las Bodas de Oro de la Promoción de 1963, os contaré lo siguiente:

"En un pueblecito gallego el cura quería que los fieles participasen más en la misa. Al empezar la misa, se dirigía a una señora mayor y le decía: "Sra. Tomasa, Ud. que lee muy bien, ¿por qué no sube a leer las lecturas?" Y ella le decía:"Sr. cura, no puedo porque me he olvidado las gafas". Al domingo siguiente ocurría lo mismo, y así muchos domingos. Al fin, un domingo el cura ve que la Sra. Tomasa ha venido con las gafas. El cura se dirige a ella y le dice:"Sra. Tomasa, veo que ha traído las gafas; hoy sí podrá leer las lecturas". La Sra. Tomasa le contesta: "Lo siento, Sr. cura, porque me he olvidado la dentadura".

Yo puedo leer sin gafas, y la dentadura es la mía, así que no he podido escaparme de hablar hoy.

Cuando uno cumple 50 años de algo, hay que celebrarlo, pero primero son los agradecimientos:

  • Un importante recuerdo de agradecimiento es para nuestros padres y hermanos. En la familia fuimos aprendiendo muchas cosas, todas muy necesarias para nuestra vida: valores humanos y religiosos, en unos años de estrechez económica, en un ambiente de amor, respeto, alegría, optimismo y estímulos para esforzarnos por aprender y hacer todo lo mejor posible.
  • El agradecimiento más especial es para nuestras mujeres, ya que sin ellas nada hubiera sido igual, y a nuestros hijos y nietos. Es lo mejor que nos ha podido pasar en la vida.
  • El Colegio fue una escuela de formación humana, académica y religiosa. Algunos tuvimos la suerte de estudiar en colegios de jesuitas, donde la disciplina, el orden, el estudio, el esfuerzo, la educación, el deporte, la amistad, etc., complementaban lo que vivíamos en nuestra familia.
  • Venir a estudiar al ICAI era un reto muy importante. La carrera de ingeniería era muy dura. En el ICAI el título era privado. El sistema de exámenes mensuales y finales escritos y orales de toda la asignatura, no pudiendo pasar de curso si suspendías una sola asignatura, teniendo que repetir el curso completo, y no pudiendo repetir cada curso nada más que un año, daba la posibilidad de tener que dejar la carrera en cualquier curso sin que los cursos aprobados hasta ese momento te sirvieran para convalidar los estudios en otro centro académico. Era una carrera ciclista con numerosos puertos de montaña y sprints continuos, pudiendo caerte y perder todo lo conseguido hasta ese momento. Por otro lado, el sistema de estudios, los profesores y el ambiente de trabajo eran magníficos. Además, los Ingenieros del ICAI que estaban ya trabajando tenían muy buena fama, y ocupaban puestos de responsabilidad en muchas empresas.
  • Un compañero nuestro, excelente, muy sincero, que no asiste a las reuniones de promoción porque tiene fobia a este tipo de reuniones, nos ha escrito lo siguiente; siempre he estado orgulloso, y estaré, de ser Ingeniero del ICAI; Recuerdo con aprecio a todos los profesores que he tenido; Estoy orgulloso de pertenecer a nuestra promoción, con unos compañeros como todos vosotros, a los que recuerdo con mucho cariño.

No es fácil decir más en tan pocas palabras.

  • Respecto a los profesores, querría destacar lo siguiente:
  • – La mayoría eran muy buenos, por el conocimiento de la materia que enseñaban. Su dedicación ejemplar.

    – Su comportamiento como personas excelente.

    – Nombrar algunos sería muy largo, pero sí quiero nombrar a uno que siempre sale en nuestras conversaciones, Alberto García Crespo, y decir algo de tres con los que hemos tenido más contacto o han dejado una huella mayor y especial:

    • El Padre Caffarena. Fallecido en febrero de 2013. Nos dio Teología e influyó mucho en todos nosotros. Profesor de la Universidad de Comillas, Director de Fe y Secularidad, ha sido uno de los humanistas y filósofos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. En la revista Anales ha salido un artículo, "El padre Caffarena, nuestro inolvidable profesor", que recoge lo que ha representado para nuestra promoción. Además de sabio, creemos que era un varón justo en sentido bíblico.
    • El Padre Goicoechea. Falleció en 2009. Fue profesor de Mecánica y Energía nuclear, pero nuestro mayor aprecio procede de cuando en 1998 nuestra promoción empezó a reunirse todos los años a finales de febrero, con una misa y una comida. El P. Goicoechea nos dijo todas las misas hasta que murió con 94 años. Sus homilías eran sencillas y profundas. Atendía como capellán el Hospital de San Rafael. Anales publicó algunas noticias sobre él. También era un varón justo.
    • El Padre Sánchez Blanco. Falleció en 2001. Además de profesor de Matemáticas era una persona entrañable, con ese aspecto asceta, nervioso y sonriente. Anales ha recogido varios artículos que merecen la pena releerse, porque recogen ampliamente la opinión de algunos de vosotros. Está iniciado el proceso de beatificación.

Tres ejemplos que han dejado una huella profunda en nosotros. Ha sido una suerte y una gran alegría haberles tenido a nuestro lado, y haber podido aprender de ellos.

La Promoción de 1963

Acabamos 34. En el ICAI, además de estudiar, colaborábamos en la logística de los cine-fórum. Hacíamos carteles que luego llevábamos a residencias de chicas universitarias y colegios. Algunos tenían buenas voces y buen oído, y siguen teniéndolos, como lo demuestran en todos los viajes junto a muchas de nuestras mujeres, formando un coro importante, que lo mismo canta en el autobús -han confeccionado un repertorio amplio de canciones de siempre-, como en las misas en los pueblos donde vamos en nuestros viajes anuales.

También éramos aficionados al teatro universitario, y en los recreos había muy buenos jugadores de fútbol que no tenían piedad del contrario.

Quiero hacer ahora un recuerdo especial por nuestros compañeros fallecidos: Juan Enrile Villagrán, Daniel Gutiérrez Fernández, Miguel Gutiérrez Fernández, José Antonio Heras Hermoso (que falleció en accidente cuando venía a una de nuestras reuniones anuales con su mujer María Elena, que está hoy aquí), Carlos Martínez de Galinsoga Vega y Jaime Mozo Ruiz.

Nada más terminar la carrera enseguida nos colocamos todos. En los primeros años, algunos se fueron a trabajar o a estudiar al extranjero: Alemania, Inglaterra, Francia, Suiza, Suecia, USA… Nuestra vida profesional ha transcurrido en diversos sectores: Astilleros, Automoción, Banca, Comercio, Construcción, Cristalerías, Eléctricas, Enseñanza, Metal, Turismo…

Cuando en el año 1966 mi mujer y yo nos fuimos a estudiar a Estados Unidos, nos sorprendió nada más llegar una frase que veías en las mesas de los profesores y de los ejecutivos de empresas, y que decía: "THERE IS ALWAYS A BETTER WAY", que se puede traducir como: "siempre hay un camino mejor", o "todo se puede mejorar". Nos impactó esta frase, porque recogía muy gráficamente algo que teníamos muy metido dentro. Los miles de problemas de matemáticas, geometría, mecánica, electricidad, hidráulica, resistencia de materiales, etc., que habíamos resuelto, ¿qué nos habían enseñado? Tratar de conocer cuál era el problema, cuáles eran los datos necesarios, cómo se podían relacionar y cuál era el mejor camino para encontrar la solución. Luego, en la vida profesional, siempre hemos tratado de aplicar esa misma frase.

Varios de nosotros hemos sido durante algún tiempo profesores, o hemos dado seminarios o dirigido tesis doctorales en el ICAI.

Otro aspecto de nuestra Promoción es el espíritu de amistad que ha reinado siempre. Desde la Escuela éramos un grupo animoso y nos gustaba todo. Al empezar a trabajar, al casarnos, al ir teniendo hijos, al cambiar de trabajo, de ciudad o de país, manteníamos contacto con los más amigos, pero a muchos no los veíamos. Sin embargo, nos sentíamos unidos a todos. Celebramos las Bodas de Plata, nos reunimos muchos y las cosas siguieron más o menos como antes. Pero hace 16 años, un compañero de nuestra promoción, Fernando Alonso, que siempre había sido una persona muy querida por todos, tuvo la gran idea de empezar a reunirnos una vez al año a finales de febrero, para oír primero la misa que ha dicho hasta su muerte el P. Goicoechea; después le ha sustituido el hijo de un compañero nuestro, sacerdote, Borja Dantart, que se ha integrado rápidamente. Y cenar después para explicarnos a todos el viaje que había preparado para hacerlo a finales de mayo. Como muy bien, sabéis eso exige un trabajo importante, y más cuando se hace aplicando la "frasecita": cada año tenía que hacerse mejor que el anterior, teniendo en cuenta gustos y preferencias. Claro que Fernando le consulta a Maribel, su mujer, todo lo importante, y él sigue ciegamente sus consejos, por lo menos eso es lo él que nos dice.

El P. Goicoechea siempre nos decía que esa misa era la que más le gustaba del año, por nuestra participación, por las palabras que se decían al principio y al final, por las lecturas que leían algunas de nuestras mujeres, por las Preces, preparadas por Fernando y leídas por alguno de nuestros compañeros, por las canciones y hermosas voces. Las homilías han sido siempre magníficas y muy adecuadas a nuestra situación y problemas cambiantes con el paso de los años. El P. Goicoechea cenaba siempre con nosotros.

Ni que decir tiene que las que más han hecho por el éxito de los viajes han sido nuestras mujeres. Tienen mucho mérito y han dado al grupo alegría, canciones (no sabéis la cantidad de canciones que se saben) y buen humor. También quiero resaltar el trabajo silencioso y duro de los tesoreros, Isidoro Gómez Martín y Víctor Castells, y el arte de los fotógrafos voluntarios, en especial de Antonio Abad, gracias a los que luego poseemos una verdadera colección de fotos de todos los viajes.

Los viajes han sido una mezcla de naturaleza, arte, historia y gastronomía. Este año, el de nuestras Bodas de Oro, hemos hecho un viaje al Pirineo. El punto culminante del viaje fue la misa en la Basílica del Castillo de Javier, celebrada por el P. Luis Erdozáin, jesuita, que era Maestrillo cuando José María Arraiza y yo estábamos estudiando en el Colegio de Javier. Entre las cosas que dije al principio de la misa quiero entresacar las siguientes:

"Queremos agradecer al P. Erdozáin, por su extrema amabilidad y disposición desde el primer momento, para que pudiéramos participar en esta misa, y que nos han hecho sentirnos muy a gusto en esta "casa donde nació Javier".

  • Al venir a Javier, lugar tan importante para los jesuitas, los navarros y las misiones, queremos manifestar nuestro agradecimiento a la Compañía de Jesús, que tanto nos ha ayudado en nuestra formación.
  • Con esta misa queremos ofrecer a Dios lo que nuestras vidas han sido hasta ahora, por medio de nuestra Madre Santa María y de San Francisco Javier.
  • En el futuro queremos seguir colaborando en todo lo que hagamos para que sea, como aprendimos de los jesuitas, "Ad Majorem Dei Gloriam", "A la Mayor Gloria de Dios".
  • Para ello, como dijo el Papa Francisco al final de la audiencia general del miércoles, día 15 de mayo, al comentar la fiesta de Pentecostés que se iba a celebrar el domingo 19: "Pidamos a la Virgen María que nos haga dóciles a la acción del Espíritu Santo, para que como Ella, con disponibilidad total, digamos "sí" a los designios de Dios en nuestras vidas".

Fernando nos habló al final de la Misa y, de sus palabras, extracto las siguientes:

  • En nuestra amistad, de tantos años, se hace patente que los amigos de la juventud son un árbol con raíces profundas en el corazón.
  • Hoy quiero recordar una vez más lo que nos enseñó el padre Caffarena, fallecido este mismo año. No puedo olvidar la íntima emoción que a todos nos transmitió José Manuel Retenaga en la misa del 23 de febrero con su cita entrañable: "Hay que optar ineludiblemente por la nada, que es el absurdo, o por el Misterio, que es el infinito. La elección no se puede rehuir."
  • Los paisajes contemplados estos días me confirman que la montaña está llena de paz y belleza emanadas de Dios.
  • Cuán cierta es la estrofa de una canción plena de significado en estos momentos: "Gracias a la vida que me ha dado tanto."
  • Deseo recordaros que estamos en uno de los períodos más hermosos de la vida, no lo dudéis, que es envejecer juntos y resulta imprescindible tener un proyecto lleno de ilusión. Sin duda el amor se hace profundo de verdad cuando somos mayores.
  • Tenemos que hacer cierta en nosotros la profunda frase: "Cada vez, cuando amanece, cada vez encuentro una razón para seguir viviendo."
  • Me gustaría terminar estas cortas palabras, ahora que ya somos mayores, con el recuerdo del salmo 26: "Señor, enséñame a comprender la realidad de mis años para que tenga un corazón sensato".

El P. Erdozáin, en el correo en el que me enviaba su Homilía, que tenéis a vuestra disposición, nos decía:

"Me sentí muy a gusto celebrando con vosotros la Eucaristía para dar gracias a Dios por haber acabado hace 50 años la carrera de ingenieros. Sé que venís a este Santuario de Javier para empaparos de la fe y el espíritu de este gran misionero, Francisco Javier. Allí está en alto de pie, mostrándonos el crucifijo, lo que dio sentido a su misión y a su vida. Tengo que decirte que me causó muy buena impresión todo el grupo. Una manera bonita de sostener la fe en comunidad y trasmitirla a los demás."

Otro aspecto de la Promoción del 63 es el esfuerzo y dedicación a otros conocimientos. Varios han estudiado otras carreras, ya en la Escuela, durante los años de trabajo o una vez jubilados. El año 2012 Manolo Bueno ha terminado la carrera de Derecho, la tercera en su currículo, y Paco Carrera, Historia. Me parece asombroso.

Algunos todavía siguen trabajando, o investigando, como Fernando Alonso, Académico de la Real Academia de la Historia, o dedicándose a crear o cooperar en ONG´s.

Unas reflexiones finales

Los Estados se olvidan de que el individuo está compuesto de cuerpo y alma, pero actúan de tal manera que quieren imponer sus criterios en todo tipo de temas, humanos o divinos; el relativismo se extiende a todos los campos, hay terrorismo de todo tipo, guerras, emigraciones en masa voluntarias o forzadas por diversas causas; se están desmantelando valores humanos y religiosos que habían ido impregnando muy positivamente la sociedad a lo largo de siglos, sin ser sustituidos por algo que haya demostrado que puede hacer al hombre más libre, más feliz y vivir en un mundo mejor; se desmantelan países, empresas, partidos y organizaciones sociales, sin nada que las sustituya; está cambiando el peso mundial de los diversos países, los problemas de todo tipo aumentan y no parece que los responsables de su solución estén haciendo lo suficiente.

Ante una situación de crisis tan importante como la que estamos sufriendo, a la que el Papa Francisco califica no como "época de cambios", sino como "cambio de época", el Papa quiere que nos preguntemos: "¿Qué nos pide Dios?.

Es bueno que la luz y la verdad aparezcan claramente en todos los campos: económicos, sociales, políticos, religiosos, profesionales, médicos, judiciales, educación, convivencia, familia, etc., pero hay que llevar esa luz y esa verdad a todas las personas para que no sean manipuladas.

Para terminar, os contaré otro chiste de Galicia. Un cura y un conductor de autobús se mueren al mismo tiempo. Cuando van al cielo, San Pedro le dice al cura que primero tiene que ir al purgatorio y al conductor que puede entrar en el cielo. El cura, extrañado, porque el conductor tenía mala fama como conductor, le pregunta a San Pedro: ¿Y por qué el conductor puede ir al cielo y yo al purgatorio? A lo que San Pedro le dice: Mira, cuando tú predicabas en misa, toda la gente se dormía. En cambio, con este conductor, toda la gente iba rezando.

Espero que no os hayáis dormido, ni que se os haya hecho muy largo este viaje que hemos hecho juntos. Muchas gracias a todos".

Amparo Moraleda.

Bodas de Plata de la Promoción 1988

En nombre de los homenajeados en sus Bodas de Plata, Amparo Moraleda Martínez fue la encargada de recoger el diploma y la insignia para su promoción y de dirigirse a todos los asistentes. A continuación recogemos su intervención:

"Excelentísimo Rector Magnífico de nuestra querida universidad, Sr. D. Julio Martínez Martínez, Ilustrísimo Presidente de la Asociación y Colegio de Ingenieros del ICAI, Sr. Director de la Escuela de Ingenieros, queridos profesores, queridos amigos y compañeros…

Agradezco sinceramente la invitación del Presidente de la Asociación para pronunciar estas palabras en ausencia de nuestros delegados y amigos, Jesús y Ana, que se encuentran por motivos de trabajo fuera de Madrid, como algunos compañeros más que hoy no han podido acompañarnos por tener responsabilidades fuera de nuestras fronteras.

Ante todo, nuestra más sincera felicitación a los compañeros de la promoción del 63 y a todos los distinguidos galardonados que hoy reciben el reconocimiento del colectivo de Ingenieros del ICAI. Sois un orgullo y un fantástico ejemplo para todos nosotros.

Aunque casi todos los aquí presentes hemos tenido que tomar la palabra en público en alguna ocasión, coincidiréis conmigo en que algunas intervenciones tienen un significado muy especial porque enlazan con nuestro pasado y nos motivan para encarar el futuro … Como es el caso de este acto, que habla sobre todo de valores, de los valores que han sustentado nuestra vocación y nuestras aspiraciones profesionales, actos especialmente emotivos porque evocan con intensidad esos pequeños grandes hitos de nuestra vida personal como cuando eliges carrera y más tarde profesión, o cuando llega el último día en las aulas. Éstas son sin duda algunas de esas razones que le dan a días como hoy un valor muy especial.

No puedo continuar sin antes dedicarle unas palabras de recuerdo a nuestros compañeros, José Luis G utiérrez-Maturana y Santiago Varela, que ya no están con nosotros y a los profesores que también nos han dejado. No citaré a ninguno para no olvidarme a nadie y para que cada uno, en su memoria, les rinda su propio homenaje. Todos y cada uno de nuestros maestros de aquella etapa dejaron una impronta en nosotros que ha marcado nuestra formación intelectual.

También alguno de ellos y sus temarios fueron protagonistas de nuestras pesadillas. Citaré algunos clásicos como las "matrices de coordenadas" y "ruletas " del Padre Aguinaga, que hoy nos acompaña, los problemas de electrotecnia del Sr. Torrent, que intentábamos resolver con conocimientos rudimentarios de matemáticas, por no hablar de aquella odisea del dibujo técnico en "tinta china" con la que algunos realizábamos nuestras humildes aportaciones al arte abstracto contemporáneo, y de otras muchas anécdotas más, como los metros de sábana de papel del centro de cálculo (territorio del Padre López de la Rica) que recogían nuestros programas en ¡Fortran 77! … la entretenida prosa de los exámenes de Ángel Sarabia…. y los cafés en el Bergantiños… y las partidas de mus, hasta que las prohibieron, en el bar de ICADE…

En aquella época, a las chicas nos llamaban por nuestro nombre, porque aún éramos muy pocas, y en el edificio que hoy alberga la Escuela, tuvimos que utilizar, en los primeros cursos, el baño de los profesores. Son algunas vivencias y recuerdos de unos años y de unas aulas donde primero fuimos compañeros y luego amigos, algunos hasta el día de hoy.

No sé si ser Ingeniero del ICAI marca, pero estoy segura de que el sentimiento de pertenencia y el modo de entender la profesión que aquí se enseña y se respira, te acompaña a lo largo de toda la vida.

Tal vez lo más significativo de la aproximación a la ingeniería que muchos hemos recibido del ICAI es esa mirada abierta y multidisciplinar llena de sentido social y contenido ético: la ingeniería entendida no sólo como esa pasión por lo técnico que todos hemos integrado sino una pasión por lo humano, por convertir lo que es mera ciencia y técnica en innovación útil al servicio del progreso económico y el bienestar social.

Creo que los tiempos que corren exigen, más que nunca, conjugar la ética y el rigor técnico del ingeniero con la mirada, a veces borrosa, de algún gestor empresarial. Es el único medio de construir las respuestas que demanda nuestra sociedad y la única forma de ampliar nuestro horizonte de progreso. Se necesitan profesionales valiosos en esta coyuntura pero necesitamos, más que nunca, profesionales con VALORES.

En su discurso de apertura del acto académico 2013 nuestro rector dijo: "Todos necesitamos personas e instituciones que encarnen y protejan los valores sobre los cuales podamos construir el respeto de uno mismo". No puedo estar más de acuerdo.

Reconozco que preparar esta narrativa y encontrarnos aquí celebrando estos primeros 25 años de profesión ha terminado por crearme cierta preocupación ¿No seremos más mayores y veteranos de lo que nos sentimos? ¡Seguro que NO!

Llevamos en activo 25 años, pero nos queda aún mucho por contribuir y mucho por aportar… A nuestra generación nos ha tocado lidiar con una etapa de enorme complejidad, pero no olvidemos que también somos la mejor preparada y la que más medios tiene para enfrentarse a estos retos.

Reposicionar este país en el mapa del crecimiento económico, reducir las tasa de desempleo y ofrecer a los jóvenes las mismas oportunidades que hemos tenido nosotros, mejorar la seguridad jurídica y el prestigio institucional pasa por el compromiso de todos para lograrlo, y creo que este país y esta universidad saben que pueden contar con todos nosotros.

Muchas gracias de nuevo por dejarme hacer uso de esta tribuna, que me permite, además, reafirmar en nombre de todos, el orgullo de pertenecer a esta prestigiosa, creciente y activa comunidad de Ingenieros del ICAI".

III Premio Emprendedor del año

Pedro Espinosa Martínez.

Después de los homenajes, Román Escudero Gallego procedió a presentar el III Premio "Emprendedor del Año", fruto del apoyo de la Asociación a los emprendedores y que se va consolidando en acciones concretas entre las que destacan el trabajo desarrollado en el grupo constituido por representantes de la Escuela, los alumnos, los profesionales emprendedores y la Asociación de Ingenieros del ICAI, para diseñar una "hoja de ruta" que permita fomentar la cultura emprendedora desde las aulas de la Escuela y continuar con la aventura de muchos Ingenieros del ICAI creadores de empresas a lo largo de sus 100 años de historia.

La Junta Directiva de la Asociación ha decidido otorgar este premio, en su tercera edición, a D. Pedro Espinosa Martínez (promoción 2007), Fundador de las Yogurterías Llaollao que, dirigidas al gran consumo, apuestan por un enfoque innovador para un producto maduro, con visión y rapidez en el desarrollo en España y en mercados internacionales.

A continuación, recogemos las palabras de Pedro Espinosa al recibir este premio:

"¡Buenas tardes!

Excmo. Sr. Rector de la Universidad Pontificia de Comillas, Sr. Presidente de la Asociación de Ingenieros del ICAI, miembros de la mesa, compañeros y amigos del ICAI:

Es para mí un gran honor recibir este premio "Emprendedor del año", otorgado por la Asociación de Ingenieros del ICAI. Con sinceridad, y sin desmerecer a otras distinciones que hemos tenido la suerte de recibir, este premio tiene un significado especial, pues lo recibo de manos de compañeros en el marco de la Universidad Pontificia de Comillas, la cual ha marcado mi forma de concebir la vida profesional y personal.

Quiero remarcar una fecha: lunes 30 de septiembre de 2002. Ese fue el día que comencé mi carrera en esta universidad. Pronto me di cuenta de que no sólo iba a aprender ingeniería, sino también algo mucho más importante: valores como la tenacidad, la humildad, el sacrificio y el esfuerzo. Sin los cuales el proyecto Llaollao no hubiera sido posible.

Creo que este premio me llega demasiado pronto, y soy consciente de que muchos fracasos han de llegar, pero intentaré levantarme siendo fiel a los valores que me enseñaron en ICAI.

Quiero poner de manifiesto el importante papel que tenemos los ingenieros en las empresas, especialmente en su gestión; buscamos la optimización continua para asegurar su sostenibilidad; quizás no seamos expertos en materias tales como finanzas o fiscalidad, pero somos capaces de aprenderlo.

Compañeros y amigos, no quiero finalizar estas palabras sin hacer mención a que, ahora más que nunca, debemos realzar el espíritu corporativo del ICAI y reforzar la Asociación como nuestro mayor vínculo de unión.

¡Muchas gracias!"

Nombramiento de Miembro de Honor de la Asociación

La Asociación Nacional de Ingenieros del ICAI nombró, a continuación, a D. José Ramón Busto Saiz, S.J., Miembro de Honor, por haber contribuido activamente a prestigiar al colectivo de los Ingenieros del ICAI y por su valiosa y extraordinaria colaboración en multitud de iniciativas.

José Ramón Busto Sáez S.J.

Recogemos aquí las palabras de agradecimiento del nuevo Miembro de Honor:

"Con mucho gusto acojo la invitación del Presidente de la Asociación de Ingenieros del ICAI para pronunciar unas breves palabras que sólo pueden ser palabras de agradecimiento.

Durante los más de nueve años en que me ha tocado desempeñar el cargo de Rector de la Universidad he estado personalmente e institucionalmente en estrecha relación con la Asociación. Una relación marcada por la amistad personal pero que buscaba sobre todo mejorar y alentar la colaboración entre ambas instituciones. Durante este tiempo he sido invitado con regularidad a las celebraciones de la Asociación y en la Universidad hemos acogido cada año actos como el que hoy celebramos.

La Asociación de Ingenieros del ICAI, desde su fundación en 1920, ha venido colaborando con la Escuela y la Universidad con la concesión de becas, la financiación de eventos y publicaciones y el apoyo constante y eficaz ofrecido a los antiguos alumnos de la Escuela. Colaboración que durante los últimos años, si cabe, se ha intensificado. Quizá un momento importante en que se estrecharon aún más las relaciones fue durante el año 2008 con motivo de la celebración del centenario de la Escuela. Con ese motivo, la Junta de Gobierno de la Universidad acordó conceder a la Asociación la Medalla de Oro de la Universidad. Precisamente para reconocer la ayuda y los servicios que la Asociación venía prestando a la Universidad e impulsar la colaboración entre ambas.

Muchas veces he manifestado que las relaciones estrechas y el apoyo mutuo entre la Asociación y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del ICAI sólo podrían redundar en beneficio de ambas instituciones. Cuanto mayor sea el prestigio de la Escuela y mejor la calidad de su enseñanza, más relevancia adquirirá la Asociación en el mundo empresarial y en la sociedad. Y recíprocamente, cuando más apreciada sea la labor profesional y el talante humano y personal de los ingenieros del ICAI, mejor valorada estará la Escuela y contará con mayor demanda entre los estudiantes que se sientan atraídos por la profesión de ingenieros.

Los jesuitas fundaron el ICAI, hace ya más de un siglo, desde una clara inspiración evangélica, con la intención de unir a la competencia técnica la formación integral de la persona, que precisamente por ser integral, cuidaba la formación cristiana y se caracterizaba por un profundo compromiso social. El objetivo al que tendía la fundación era contribuir a la mejora y al desarrollo de la sociedad española por medio de la formación de ingenieros competentes, ciudadanos comprometidos y buenas personas que respondieran con su vida personal y profesional a su vocación de hijos de Dios.

Desde sus orígenes, el ICAI ha evolucionado según lo iban demandando los tiempos pero siempre ha conservado la inspiración fundacional que se caracterizaba por eso que se ha dado en llamar el espíritu del ICAI: una enseñanza de calidad orientada al ejercicio práctico de la ingeniería, una formación integral de sus estudiantes, heredera de la mejor tradición formativa de la Compañía de Jesús, y una conciencia social que ha llevado a los ingenieros del ICAI a comprometerse ante todo en su trabajo y también en otras actividades solidarias, dentro y fuera de España, con las clases sociales más desfavorecidas.

Ese espíritu del ICAI ha sido compartido durante decenios y lo sigue siendo en la actualidad por la Asociación. Precisamente porque la Asociación comparte los rasgos identitarios de la Escuela, toda la Universidad puede sentirse orgullosa ya que a esto se orienta la intencionalidad de su misión: a que en el mundo profesional sean relevantes sus valores.

Esta distinción de Miembro honorífico, que hoy recibo de la Asociación de Ingenieros del ICAI, me honra personalmente pero creo que es también, y sobre todo, un símbolo. Un rector poco puede hacer si no cuenta con la colaboración y el respaldo de la comunidad universitaria: profesores, alumnos y personal de administración y servicios. Por ello entiendo que esta distinción que yo recibo alcanza a la Universidad en su conjunto pues expresa la labor de colaboración y los valores compartidos entre la Asociación y la Universidad.

Por eso esta distinción constituye también un reto y una llamada. A mi modo de ver hoy, más que congratularnos con lo ya logrado, hemos de comprometernos con el futuro y alentar nuestro compromiso con él. Es preciso que el espíritu del ICAI, compartido por la Escuela y la Asociación, siga reinando en ambas instituciones desarrollándose y mejorando si cabe y llenando de compromiso y de sentido toda nuestra actividad: por lo que se refiere a nuestro modo de enseñar, ha de animarnos a no cejar en el rigor en el estudio, la capacidad de trabajar en equipo, la actitud crítica ante la inercia de prácticas pedagógicas anticuadas, el carácter práctico de nuestros programas, la competencia en lenguas extranjeras, la movilidad internacional, la disponibilidad para el servicio, especialmente en un momento en que tan alicaídos están en nuestro país los valores que apuntan a la excelencia académica, no sólo en la enseñanza media sino también en la universitaria. Y por lo que toca a nuestros objetivos formativos, juntos hemos de seguir cuidando la formación integral de las personas, el compromiso con los valores que nos hacen ser y sentirnos hombres para los demás y con los demás y al cultivo de la dimensión trascendente del ser humano que se abre a la fe en Dios en un momento en que la sociedad española carece, no sólo de valores transcendentes, sino que adolece también de honradez, altruismo, espíritu de servicio y, en una palabra, de ética.

En fin, concluyo reiterando mi agradecimiento a la Junta Directiva de la Asociación de Ingenieros del ICAI. Muchas gracias por vuestra atención".

XIX Premio Javier Benjumea

Tomás Gómez San Román.

Se dio paso a continuación a las intervenciones correspondientes a la entrega del XIX Premio Javier Benjumea que, tras ser fallado el pasado mes de septiembre, recayó en esta edición en D. Tomás Gómez San Román, Profesor Propio de la Universidad Pontificia Comillas.

En primer lugar, Román Escudero hizo referencia a la institución de este premio que, desde que fue creado, quiere rendir homenaje a los ingenieros del ICAI que destacan, con carácter público y notorio, en el ámbito del ejercicio de la profesión, nacional o internacionalmente, que hayan realizado actuaciones profesionales de incuestionable mérito y que supongan aportaciones notables al prestigio de la profesión y que hayan prestado servicios destacados a la profesión, a la Asociación, Colegio o a los Ingenieros del ICAI como colectivo social.

Después, Paloma Sevilla leyó el acta por el que se otorgaba el premio y Miguel Alegre realizó una breve semblanza del galardonado:

"Tomás Gómez San Román obtuvo el título de Ingeniero Industrial del ICAI especialidad Eléctrica por la Universidad Pontificia Comillas, Madrid, en 1982.

Ingresó en el Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de Comillas en 1984. Desde 1994 hasta el año 2000 desempeñó el cargo de Director del IIT, y desde el 2000 hasta finales del 2002, el de Vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad Pontificia Comillas.

Tiene amplia experiencia en la realización de proyectos de investigación aplicada en el área de Sistemas de Energía Eléctrica en colaboración con instituciones españolas, latinoamericanas y europeas. Ha sido director de proyecto y/o investigador principal en más de 80 de estos proyectos.

Ha publicado más de 100 artículos en revistas especializadas como el IEEE PES Transactions y en diferentes conferencias, y es coautor del libro "Electricity Economics: Regulation and Deregulation", publicado en Wiley-IEEE Press. Es senior member del IEEE. Ha sido Chairman de la Power System Computation Conference, celebrada en Estocolmo en 2011, y pertenece o ha pertenecido al Comité Técnico de las siguientes conferencias: Probabilistic Methods AppliedTo Power Systems, Power System Computation Conference, y IEEE PowerTech.

Ha sido investigador visitante en el Energy Analysis Department del Lawrence Berkeley National Laboratory, California.

Desde Mayo 2011 hasta septiembre de 2013 ha sido consejero de la Comisión Nacional de Energía (CNE)".

Javier Benjumea Llorente, representante de la familia Benjumea, fue el encargado de entregarle la placa conmemorativa y el Premio, tras lo cual Tomás dirigió unas palabras a todos los asistentes:

"Excelentísimo y Magnifico Padre Rector, Presidente de la Asociación de Ingenieros del ICAI, Estimado Javier Benjumea, Director de la Escuela Superior de Ingeniería ICAI, Vicepresidentes de la Asociación, señoras y señores, amigos y familiares que me acompañáis en este acto.

Es una alegría y un honor unir mi nombre a la ya extensa lista de maestros, colegas y compañeros del ICAI que me han precedido en la obtención de este distinguido premio que cumple ya su decimonovena edición.

Es por tanto obligado, en primer lugar, mostrar mi agradecimiento y compartir este premio con los compañeros y amigos del ICAI que presentaron mi candidatura y agradecer a los miembros del jurado la decisión de que en esta ocasión fuese yo la persona galardonada.

También quiero dar las gracias a la familia Benjumea, y en particular a Javier que hoy nos acompaña, por seguir impulsando y manteniendo la memoria de su padre a través de este prestigioso premio, motivo de orgullo y estímulo para todos los Ingenieros del ICAI.

Rector actual de la Universidad, Julio Martínez S.J.

Cuando el Rector me llamó comunicándome el fallo del jurado, tras un primer momento de desconcierto, pensé que me llamaba para comentar sobre mi vuelta a la Universidad pues no me esperaba la buena nueva y me embargó una gran felicidad y satisfacción. Luego, durante los días posteriores, uno reflexiona y piensa que los años pasan muy deprisa y nos vamos haciendo mayores. Así, ante el significado del premio Benjumea a la trayectoria profesional y a los servicios prestados al colectivo del ICAI, se siente la necesidad de hacer balance y compartir, con todas aquellas personas que lo han hecho posible, la alegría de un reconocimiento que en el fondo es para todas ellas.

Me considero una persona afortunada que disfruto y he disfrutado con lo que me gusta hacer y que, durante mi vida llamémosla "adulta", ha estado plenamente vinculado con las paredes o muros de ladrillo viejo de esta "Santa Casa" del ICAI y a la Universidad Pontificia Comillas.

A esta casa llegué, un frío día de otoño, con la ilusión de un chico de provincias para el que Madrid representaba miedo a lo desconocido, pero todo un reto lleno de oportunidades y nuevas experiencias. El ICAI y los jesuitas me enseñaron lo que nos caracteriza como personas y profesionales: el sentido del esfuerzo y del trabajo bien hecho, el compañerismo y el trabajo en equipo, y la justicia e igualdad social que deben mover nuestras actuaciones. De aquella época tengo que recordar algunos de los maestros que dejaron su huella y ejemplo en mi memoria, sabiendo que me dejo a otros no menos queridos en el tintero: el P. Sánchez Blanco, José Luis Torrent, el P. de la Rica, Ángel Sarabia, Luis García Pascual, José Luis Sancha, Ángel Saiz Chicharro, Luis Pagola, José Luis Torá, e Ignacio Pérez Arriaga. Con muchos de ellos he tenido la suerte después de compartir muchos ratos ya como colega y amigo.

Entrega de diplomas.

Mi vida profesional la he dedicado en cuerpo y alma a trabajar en un proyecto que, en el año 1984, fundó mi maestro Ignacio Pérez Arriaga: el IIT, el Instituto de Investigación Tecnológica de esta Universidad.

Antes de referirme al IIT, voy a dedicar unas palabras a la figura de Ignacio Pérez Arriaga, quién se cruzó en mi camino allá en el año 1981, recién llegado del MIT, como coordinador de proyectos, cuando yo cursaba mi último año de carrera. Desde el primer día, Ignacio, con ese magnetismo de embaucador de serpientes que le caracteriza, nos ilusionó con la ingeniería y la investigación y desde entonces, y por muchos años, he tenido la suerte de trabajar a su lado teniéndole como maestro, compañero y amigo. Ignacio es como esa estrella polar que siempre está ahí guiándote en el sendero de la vida con sus encrucijadas, iluminando el camino, y dando apoyo cuando se le necesita.

El IIT fue y sigue siendo un modelo innovador de cómo desarrollar investigación aplicada en el ámbito de la ingeniería. Su fundamento se basa, por una parte, en la autofinanciación a través de proyectos realizados para la industria e instituciones públicas y privadas, cubriendo salarios y costes, algo fundamental en una universidad sin fondos públicos como la nuestra, y por otra, en alcanzar un nivel científico y académico de excelencia donde decenas de estudiantes realizan sus programas de máster y tesis de doctorado, dotando de contenido al tercer ciclo en nuestra Escuela. Cumplirá 30 años el año que viene, y gracias al esfuerzo de todas las personas que hemos trabajado en él y al apoyo institucional de la Universidad y de todas las entidades colaboradoras, goza de un prestigio internacional que lo hacen un referente en el sector de la energía y de las tecnologías asociadas. Es imposible referenciar en estas líneas a todos aquellos que hemos trabajado y construido el IIT a lo largo de estos años, pero sí al menos me gustaría significar la labor de entrega y dedicación que ha caracterizado a aquellos que fueron sus directores: primero Ignacio Pérez Arriaga, luego Luis Pagola, Andrés Ramos, Miguel Ángel Sanz, Michel Rivier, Antonio Muñoz y en la actualidad Efraím Centeno.

El IIT de nuestros días aglutina a más de 100 profesores e investigadores, con un historial que en cifras ha supuesto la formación de más de 350 investigadores, alrededor de 2.000 proyectos de investigación y otras 2.000 publicaciones científicas. El futuro del IIT está ligado al ritmo con el que evoluciona la técnica; hoy trabajamos, entre otros, en proyectos de desarrollo sostenible, energías renovables, redes eléctricas inteligentes, automóviles eléctricos, medios de transporte con mayor eficiencia energética y conducción automática, nuevos desarrollos en el sector de las telecomunicaciones y sistemas inteligentes aplicados al diagnóstico.

Me gustaría también referirme a cómo la Escuela del ICAI ha ido evolucionando, integrando y haciendo suyas las iniciativas innovadoras que se encontraban en la semilla de aquel primer IIT, desarrollándolas plenamente. La integración formal del IIT en la Escuela se produjo a finales de los 90 y los directores sucesivos de la Escuela han tenido un papel protagonista y relevante que ha propiciado esta transformación, desde Ángel Sarabia, Luis García Pascual, Luis Pagola, Fernando de Cuadra, y en la actualidad Mariano Ventosa, han contribuido decisivamente en conseguir la Escuela que tenemos. Nuestra Escuela hoy cuenta con un profesorado dedicado de alta cualificación y con un sistema organizativo eficiente enfocado a dar una formación integral, de excelencia y especializada a nuestros estudiantes. La docencia, la investigación y la gestión ejercidas por los profesores e investigadores a través de los departamentos y del IIT, son los tres ejes sobre los que se hacen girar las enseñanzas de los tres ciclos de ingeniería y la investigación aplicada hacia la industria y la sociedad.

De mi vida en la universidad, la experiencia que más me llena e ilusiona es la dirección y supervisión del trabajo de los estudiantes de doctorado, los que llamamos investigadores en formación, que culmina con la realización y defensa de la tesis doctoral. A ellos van dedicadas también estas palabras de agradecimiento, pues con su juventud, ilusión, creatividad, dedicación y entrega constituyen la esencia de la investigación y dan sentido a nuestro quehacer diario. Son muchos los que se han formado a lo largo de todos estos años, algunos se han incorporado al cuerpo docente e investigador de nuestra Universidad, otros desempeñan su actividad profesional en otros centros docentes y de investigación, así como en empresas del sector. Todos ellos, estoy seguro, disfrutan ya o les espera un futuro pleno de éxitos profesionales y realización personal.

Una parte muy importante de la investigación aplicada, y yo diría que uno de los fundamentales éxitos del IIT, es la relación duradera, de confianza y de beneficio mutuo establecida a través de los proyectos y convenios de colaboración con empresas e instituciones de nuestro entorno. Cuando celebramos el aniversario de los 25 años del IIT, organizamos tres mesas redondas, correspondiendo con los diferentes períodos históricos de evolución del mismo, donde invitamos a algunas de las personas que habían dirigido y apoyado los equipos que desde las empresas e instituciones habían colaborado con nosotros. A todas estas personas y a las instituciones que representan, también va dedicado este premio. Son muchos los nombres que me vienen a la cabeza, algunos de ellos ya galardonados con este premio Javier Benjumea, otros ya jubilados, pero a todos ellos estoy agradecido por creer y apoyar un modelo que ha beneficiado tanto a nuestra Universidad como a sus empresas.

El Padre Manuel Gallego SJ, en su mandato de rector de la Universidad, me brindó, como vicerrector, la oportunidad de conocer de cerca los otros centros y servicios y hacer frente de forma colegiada, con el resto del equipo rectoral, a los retos que en aquellos años tenía la Universidad. Recuerdo con cariño las muchas horas dedicadas con esfuerzo e ilusión al Plan Estratégico donde, entre otras cosas, se quería una universidad fuerte y unida bajo un único signo de identidad, pero a la vez aglutinando y manteniendo el carácter singular y la marca de los centros bien conocidos: ICAI, ICADE y Cantoblanco. Con el paso de los años se ve que aquel objetivo hoy se ha conseguido plenamente. Aquel equipo sabiamente dirigido por el P. Rector junto con mis compañeros Antonio Arenas, Alicia Villar, José Luis Fernández, Rosa de Couto y el gerente José Luis Rodríguez Agulló, me enseñó que el potencial de nuestra Universidad es enorme si sabemos mantenernos unidos y cooperamos entre todos. Después de haber pasado por otros centros y experiencia profesional, tengo el convencimiento de que nuestra Universidad posee la fortaleza de confiar y valorar a las personas que con su cualificación y esfuerzo así lo merecen. Esta debe seguir siendo la pauta para el futuro y el ejemplo para nuestros estudiantes.

Me gustaría también referirme a mi última etapa profesional, que ha terminado recientemente con mi reincorporación a la Universidad, y donde he desempeñado el cargo de consejero de la Comisión Nacional de Energía (CNE). La extinta CNE, ahora absorbida en la nueva Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, ha sido la autoridad reguladora de la energía, cubriendo los sectores de electricidad, gas y petróleo. Durante este período he tenido la satisfacción de trabajar con un equipo de profesionales de alta cualificación integrados en los diferentes servicios técnicos de la CNE, que me han enseñado la importancia de un regulador independiente tanto del poder político como de las empresas reguladas, basado en el conocimiento, la profesionalidad y el trabajo bien hecho. A todos ellos desde este foro deseo mostrarles mi agradecimiento y reconocimiento. Sin embargo, constato con preocupación que a lo largo de la historia de la regulación sectorial en España, casi 20 años, todavía no hemos conseguido la estabilidad institucional, de independencia y de atribución de competencias que este tipo de instituciones requiere. Son continuos los cambios de diseño en el ámbito competencial, los requisitos de profesionalidad, cualificación e independencia no siempre son observados por los partidos políticos en la propuesta y nombramiento de consejeros, y la composición y funciones de estas comisiones reguladoras siempre se encuentran sujetas al debate político, cuando esto es algo, como en otros muchos temas que nos afectan, que debería ser objeto de un pacto no revisable en cada legislatura. Las consecuencias de este panorama de inestabilidad institucional en el marco regulatorio las sufrimos en último término los consumidores y las empresas suministradoras de estos servicios.

Unas palabras de agradecimiento también para la Asociación y el Colegio de Ingenieros ICAI. Desde antes de terminar la carrera, ya en el último año de estudios cuando todavía no te imaginas que es eso de ser ingeniero, vienen a la Escuela unos señores con traje y corbata y te cuentan cómo la Asociación y el Colegio te van a acoger, dar cobertura y ayuda a lo largo de toda tu vida profesional como ingeniero del ICAI. Y esto es así. Todos sabemos que el papel que desempeñan la Asociación y el Colegio dando sentido de pertenencia y organizando actividades complementarias a nuestras labores profesionales son de alto valor añadido, yo diría casi imprescindibles para mantener unido al colectivo ICAI. Gracias a todas las personas que con vuestro tiempo y dedicación hacéis esto posible. Me gustaría mencionar en especial la labor de Juan Zaforas, compañero de estudios y hombre volcado con la Asociación desde hace muchos años; para mí es la imagen viva de nuestro colectivo.

Mencionar también la importante labor que realiza la Fundación de Ingenieros ICAI para el Desarrollo, destacable a pesar de todavía su corta vida, su labor de ayuda a los pueblos más desfavorecidos con programas de acceso a la electricidad, el agua, o las TICs en África y Latinoamérica, se ha ido consolidando y expandiendo gracias al esfuerzo de colaboradores y voluntarios.

Finalmente me gustaría terminar dedicando unas palabras cariñosas a los más cercanos, a la memoria de mi padre, hombre bueno y adelantado a su época, a mi madre, guardiana de los valores familiares y amante ferviente de sus hijos, a mi esposa Aurora, a la que adoro y sin la cual nada de lo que tenemos y somos sería posible, y a mis hijos Guillermo, Enrique y Celia, por traer buenas notas y la alegría a casa todas las tardes.

Muchas gracias de nuevo por acompañarme en este acto para mí de tanta trascendencia y valor emotivo".

Tras las palabras conclusivas del Rector, en las que recogió el espíritu común que reflejaban todos los premiados y homenajeados en el acto, los asistentes pudieron disfrutar de una copa de vino español en la cafetería de la Universidad.

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