Autores: Luis Alberto Petit
Luis Alberto Petit Dr. Ingeniero Electromecánico del ICAI (Promoción 1953). Presidente de la Asociación de Ingenieros del ICAI (1964-66). Decano del Colegio Nacional de Ingenieros del ICAI (1964-66).
Héctor Cano Esteban Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la E.T.S.I.C.C.P. de Madrid. Con experiencia en coordinación y planificación de auditorías energéticas y estudios de valorización de energías renovables en diferentes emplazamientos. Es coautor y participante en libros, artículos y publicaciones en el ámbito de la geotermia y la eficiencia energética.
Nuestro compañero Luis Alberto Petit (ICAI, 1953) que ha ocupado y ocupa diferentes cargos institucionales entre los que destacan los de Presidente y Decano de la Asociación/Colegio de Ingenieros del ICAI entre los años 1964 y 1966, Miembro del Consejo y de Mérito de dichas instituciónes, Académico Constituyente de la Real Academia de Ingeniería desde 1994 y Miembro de Honor del Instituto de Ingeniería de España desde 2005, ha querido rememorar con cariño a los primeros egresados del ICAI con un artículo en el que recuerda nuestras raíces, explica los orígenes, objetivos y servicios de la Asociación Nacional de Ingenieros del ICAI y su recorrido hasta nuestros días.
Me animo a escribir estas líneas en el centenario de aquellos doce jóvenes -junto con el Padre Pérez del Pulgar- que fueron los protagonistas, con otros profesores que se unieron a la aventura, de una efeméride de grato recuerdo y de gran calado. Unos jóvenes estos que recibieron un certificado de haber cursado, con provecho, sus estudios en el Instituto Católico de Artes e Industrias.
Y es que en 1912, Miguel Santamaría recibió el primer certificado, en 1913 fueron seis los que lo recibieron y otros cinco más hace ahora 100 años ¡doce en total! Todos ellos tenían en su haber, sin duda, una gran capacidad de trabajo, un esfuerzo "a prueba de bomba", una marcada honradez correlativa a su espíritu social, una buena capacidad analítica y creativa, unas habilidades adquiridas en los laboratorios y en los talleres, así como una asunción de ciertos riesgos. Unas características que, adaptadas a cada época, han sido propias del "Espíritu del ICAI", que diría el P. Sánchez Blanco.
Sin pantallas ni internet, ellos también tendrían que "salir a la pizarra" como nos pasó a muchos. Con una certeza: dado el número de alumnos en la época, todos y cada uno estaban convencidos de que les tocaba "salir" todos los días. Sobrevivieron todos, como hemos sobrevivido otros y seguirán sobreviviendo los futuros. Lo da "la casa".
De aquella docena de pioneros conocí a Miguel Santamaría ¡el héroe! También a Emilio Carnevali (compañero de colegio del anterior Jefe de Estado), que propició la visita al Palacio del Pardo del Rector P. Marañón S.J. y del Presidente de nuestra Asociación que, con tal motivo, estrenó el uniforme que se nos acababa de asignar oficialmente. Esta visita tuvo lugar como consecuencia del Decreto al que, más adelante, haré referencia. También conocí a Lorenzo Fernández Matinot porque, en mi época de estudiante, los domingos por la mañana (antes de la misa obligatoria) se podía ir voluntariamente al ICAI a un coloquio con veteranos que nos comentaban su vida profesional.
La comunidad de antiguos alumnos, cuando estos llegaron a ser una cincuentena, se constituyó bajo la forma jurídica de Asociación: La Asociación Nacional de los Ingenieros del ICAI, en el año 1920. La citada cincuentena eran los componentes de lo que impropiamente conocemos como las seis primeras promociones. Y digo impropiamente porque no eran promovidos a nada, a diferencia de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Minas y otras especialidades que, en efecto, por el hecho de terminar sus estudios eran promovidos a ingresar en los Cuerpos correspondientes del Estado. Pero lo cierto es que, con el tiempo, el término "promoción" se extendió, en particular a las diferentes ramas de la ingeniería.
El espíritu asociativo ha sido siempre muy característico de todos nosotros que nos sentimos orgullosos de ser Ingenieros del ICAI desde que terminamos nuestros estudios. Lo cierto es que todos los antiguos alumnos hemos vivido en circunstancias cambiantes.
Por ejemplo, durante los años en que, con motivo de la expulsión de España de la Compañía de Jesús, el ICAI hubo de trasladarse a Lieja, ya que en el Instituto Grame de aquella ciudad, el ICAI fue muy bien acogido y allí se trasladó todo el alumnado durante aquellos cursos.
Los titulados alcanzaban un alto grado de notoriedad en su trabajo. Por ejemplo, yo estudié en ICAI porque sabía que un tal Inza, Ingeniero del ICAI, (posteriormente mi amigo Carlos y padre de nuestro compañero Ignacio) era el jefe del Departamento Eléctrico nada menos que de la RENFE, una empresa cuajada de Ingenieros de Caminos e Industriales, pero también de otras ramas.
Llegados a este punto, el 10 de agosto de 1950 se aprobó el Decreto del Ministerio de Educación Nacional por el que se reconocían oficialmente los estudios de los Ingenieros del ICAI. Esto fue una revolución dado el sistema de la enseñanza de la Ingeniería en España (¡exclusivamente gestionada por el Estado!). De ahí que en septiembre de ese mismo año se originara una huelga (dentro de los límites asumibles en la época) contra los "electrocuras".
El prestigio alcanzado por los ya Ingenieros del ICAI fue lo que consiguió el citado reconocimiento y por eso, entre 1950 y 1957, las diferentes Juntas Directivas tuvieron que trabajar duro a favor del colectivo al que representaban.
Pasaron años hasta que se desarrolló el citado Decreto explicando la forma de convalidar los estudios para la obtención del Título Oficial de Ingeniero Electromecánico del ICAI. Las sucesivas Juntas de nuestra Asociación no cejaron en este empeño y finalmente se consiguió.
Para cumplir con las Milicias Universitarias, así como para cursar en la Escuela de Organización Industrial, la Asociación se preocupaba siempre de que en las Disposiciones Oficiales donde figuraban las distintas profesiones y ramas de la ingeniería apareciera la mención "y aquellos que tengan reconocido oficialmente el título de Ingeniero mediante Decreto", algo que exclusivamente cumplíamos los Ingenieros del ICAI.
La Ley de Enseñanzas Técnicas de 1957 clasificó los grados de los Ingenieros en Ingeniero Técnico, Ingeniero Superior y Doctor Ingeniero y rápidamente se corrió la voz de nuestra clasificación como Ingenieros Técnicos y, con el mismo dinamismo que siempre, la Asociación consiguió que, tras múltiples reuniones, se nos reconociera como Ingenieros Superiores y esto abría, en consecuencia, la posibilidad de que el ICAI pudiera otorgar el grado de Doctor tras los cursos y tesis correspondientes. En principio el Ministerio de Educación no lo juzgó así y la Asociación elevó en esta ocasión un recurso ante el Ministro y finalmente se nos dio la razón.
Cada vez era más notorio el valor del título de Ingeniero del ICAI, como lo prueba el que todos ellos alcanzaban puestos de responsabilidad, especialmente en el orden técnico de las empresas y, en ciertas circunstancias, incluso puestos de relevancia en la gestión de las mismas.
Tampoco dejó la Asociación de hacer valer que varios Ingenieros del ICAI, tras terminar sus estudios, cursaran los de Ingeniero Industrial en la Escuela Oficial de Madrid donde se les convalidaron las asignaturas troncales y donde los interesados cursaban con éxito las específicas a pesar de que eran reconocidas por la Escuela Oficial debido al valor de la mayor dedicación horaria en prácticas en los talleres y laboratorios del ICAI.
Por otra parte, y frente a la teoría de algunos Ingenieros Industriales de que debíamos incorporarnos como miembros de su Colegio, la Asociación consiguió, a través del Ministro de Industria, la creación del nuestro: el Colegio Nacional de Ingenieros del ICAI.
Resueltos así nuestros principales problemas, era lógico aspirar a integrarnos en el Instituto de la Ingeniería de España, entonces denominado Instituto de Ingenieros Civiles. Aquello constituyó otro período apasionante, ya que, para que no se repitieran las dificultades surgidas en el Pleno del Instituto como consecuencia de nuestra admisión, se creó su Consejo de Representantes. Las sucesivas Juntas Directivas del IIE han valorado siempre muy positivamente la adscripción de nuestra Asociación al mismo, y ello como consecuencia de la ímproba labor que muy numerosos compañeros llevan a cabo, con gran responsabilidad, en prácticamente todos los Comités del IIE. Además, dos de nuestros compañeros, Augusto López Zuriaga y Luis Giménez-Cassina Basagoiti, han ocupado el puesto de Presidente de esta institución.
Tras todo lo anterior, se organizó el Primer Congreso Nacional de Ingenieros del ICAI con presencia nutridísima. Algo que se repitió cada cinco años, celebrándose el último en 1999, en espera de que los recursos económicos de la Asociación permitan su continuidad.
No acaba aquí nuestra historia ya que, siendo Rector el P. Dou, acompañado de un representante de la Junta de nuestra Asociación, se consiguió en 1978 que el Ministerio de Educación y Ciencia adscribiera los estudios de las Escuelas Técnicas del ICAI, así como los de ICADE y otros, en la Universidad Pontificia Comillas que está incluida en los acuerdos entre la Santa Sede y el Gobierno Español.
Resuelto todo el tema oficial gracias al ascendiente de aquellos primeros compañeros que salieron del ICAI, la Junta Directiva de la Asociación se pudo encontrar con un "antes" y un "después" como ocurre en ciertas organizaciones pero, de hecho, no hubo ninguna inercia y la Asociación buscó y encontró nuevas maneras de ayudar y ser muy cercana a sus miembros y por tanto compañeros.
Si útil fue todo lo conseguido para los ya graduados en el ICAI, también lo fue para los nuevos y futuros egresados de la Escuela que ya lo hacen como Ingenieros Industriales de la Universidad Pontificia Comillas, lo cual les da la opción a todos ellos de ocupar puestos acordes con su preparación en Departamentos de las diferentes Administraciones y Empresas Públicas.
En efecto, la Asociación sigue siendo nuestro referente común tras los avatares antes descritos. Un referente porque en la Asociación existe una bolsa de empleo, un servicio de ayudas a compañeros que se encuentran en situaciones complicadas y a los residentes en el Extranjero.
Y no contentos con lo anterior, las sucesivas Juntas han ido consiguiendo acuerdos en forma de convenios que nos facilitan condiciones especiales a cuantos tengamos interés en utilizarlos como son los acuerdos con instituciones como la Fundación Amigos del Museo del Prado (obtención del Carnet de Amigo del Museo del Prado, con una cuota reducida), la Fundación Excelentia (descuentos en conciertos en el Auditorio Nacional y organización de conciertos especiales para nuestro colectivos), acuerdos con Sanitas, Aegon y Caser Salud con pólizas de salud muy ventajosas para nuestros asociados …y muchos más beneficios que se pueden encontrar en el Área Reservada de socio de la web de nuestra Asociación www.icai.es.
Conviene recordar que los griegos tienen dos traducciones para la palabra tiempo: Cronos y Kairós. Todos los ICAIs debemos ser conscientes de las prerrogativas que hemos alcanzado con el tiempo cronológico pero, desde la perspectiva del Kairós, que tiene sentido de oportunidad, no debemos perder la ocasión que estos tiempos nos dan para colaborar con esas múltiples y siempre actualizadas actividades de nuestra Asociación.
Convencido del esfuerzo que las sucesivas Juntas Directivas han dedicado con su tiempo y su valía a favor de todos nosotros queden, al menos, estas últimas palabras para sus componentes y sus más altos responsables: ¡Muchas Gracias! ¡Estamos siempre a vuestra disposición!.