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Olimpiadas Matemáticas 2014

Los tres representantes de ICAI en la IMC 2014 con John E. Jayne, presidente de la IMC.


Los alumnos Felipe Gil (de 2.º de IEM) y Jaime Luengo y Marta Menéndez (de 1.º de IEM) han obtenido menciones de honor en la 21 edición de la Olimpiada matemática universitaria IMC (Internacional Mathematics Competition), que tuvo lugar en Blagoevgrad (Bulgaria) del 29 de julio al 4 de agosto de 2014.

Esta competición está prevista para estudiantes de 1.º, 2.º, 3.º y 4.º de enseñanzas universitarias de todo el mundo que, durante 7 días, deben resolver problemas en los campos de álgebra, análisis (reales y complejos), geometría y combinatoria.

Participaron 324 estudiantes de 73 Universidades, siete de ellas españolas. De estas siete universidades españolas los estudiantes de Comillas obtuvieron mejores resultados que los participantes de tres de ellas siendo solo superados por estudiantes de las universidades de Barcelona, Complutense y Autónoma de Madrid que cursan titulaciones de Matemáticas o doble titulación de Ingeniería y Matemáticas, lo que pone de manifiesto la relevancia de los resultados obtenidos.

Una experiencia única

Los tres alumnos que este año han participado en la Olimpiada Matemática (IMC) nos cuentan su experiencia. Desde la Asociación estamos encantados de continuar apoyando y colaborando con esta iniciativa.

La participación de los estudiantes de Comillas ha sido posible gracias al apoyo económico e institucional de la Asociación/Colegio Nacional de Ingenieros del ICAI, que financió dicha participación junto con la ETSI.

Deterioro de las estructuras y otras curiosidades de Bulgaria.


JAIME LUENGO

El viaje realizado a Bulgaria a finales de julio de este verano fue una experiencia enriquecedora en muchos aspectos. A pesar de que el avión despegara el 29 de julio, el viaje empezó mucho antes, durante las clases de preparación que tuvimos, en los meses previos, con la gran ayuda de Pedro Ciller Cutillas y Javier Rodrigo Hitos, sin cuya ayuda nuestra puntuación posiblemente no hubiera superado el valor nulo, además de con la reunión mantenida con la Asociación de Ingenieros de ICAI, que tanto nos ha apoyado en este viaje.

La idea con la que iba a la competición era la de poder ponerme en contacto con las mayores mentes universitarias de nuestra generación y poder compartir experiencias. Esta idea no difirió mucho de la realidad, incluso superó mis expectativas al encontrar a personas que, aparte del objetivo matemático, también estaban dispuestas a hacer del viaje toda una oportunidad de interacción con otros estudiantes de diferentes culturas y distintas disciplinas científicas y tecnológicas.

En cuanto a Bulgaria, a pesar del deterioro de sus estructuras, me pareció un lugar idóneo para la celebración del concurso, por la tranquilidad que se respira, lo económico que resulta y el amplio espacio del que disfrutábamos en la American University of Blagoevgrad. Me gustaría destacar lo saludable de la dieta ya que pudimos disfrutar de "cucumber"(los platos estaban etiquetados en inglés y búlgaro) en el desayuno, comida y cena, los 6 días que estuvimos allí, hecho del que posiblemente nuestra piel saliera beneficiada.

Respecto al factor académico, los exámenes supusieron todo un reto, del que aprendí bastante: la forma en que afronté el segundo examen fue muy diferente a la del primero, hecho que se prueba positivamente con la puntuación y que demuestra que en estas competiciones no solo se destaca a base de talento sino también de experiencia (c.q.d.).

El pequeño pueblo de Melnik, famoso por su vino y su artesanía.


MARTA MENÉNDEZ

Cuando me dijeron que tenía que escribir sobre la IMC no sabía por dónde empezar porque la verdad es que no esperaba nada del viaje. Decidí ir por circunstancias externas que nada tenían que ver con las matemáticas o el IMC. Sin embargo, ha sido una experiencia única que me ha recordado por qué me gustan tanto las matemáticas. Por eso lo primero que quiero hacer es dar las gracias a los que han hecho posible que vaya: a Pedro Ciller Cutillas, que no me dejó decir que no iba a ir; a Javier Rodrigo Hitos, por ayudarnos en la preparación; a la Asociación de Ingenieros del ICAI y a ICAI, por apoyarnos en todo. También quiero dar las gracias a todos los que hicieron que el viaje fuera especial, en particular al resto de participantes, sobre todo aquellos con los que pasé más tiempo porque me enseñaron un nuevo mundo y una nueva forma de divertirme. También a los teamleaders, especialmente a José Luis Díaz Barrero, que consiguió que nos dieran a las chicas las flores que merecíamos.

Por último, me gustaría decir que esta experiencia me ha enseñado a no juzgar las cosas demasiado rápido y me ha reafirmado en mi decisión de estudiar matemáticas. También me ha dado la oportunidad de conocer a gente que en otras circunstancias nunca hubiera conocido y me han aportado mucho. Han sido unos días estupendos que espero poder repetir alguna vez.

Vista general de la ciudad de Blagoevgrad.


FELIPE GIL

Esto que van un chino, un alemán, un brasileño y un estudiante de ingeniería del ICAI a un concurso de matemáticas… aunque parezca un chiste, es mucho más que eso. Ya en mi segundo año, mejor que el anterior y peor que el siguiente, he podido disfrutar de las matemáticas y del contacto con gente de toda índole, como sólo la IMC sabe conseguir.

A pesar de las intensivas clases de preparación que hacemos, los problemas a los que luego nos enfrentamos no dejan de resultar, en general, inabarcables. No obstante, este pequeño contacto con la matemática pura y abstracta es simplemente genial. Pero además, esta competición no es sólo un examen. Es el compartir una semana con gente de todo el mundo. Es disfrutar de los pueblos de la Bulgaria profunda, de su cultura, de su gastronomía, de sus gentes. Es intercambiar experiencias con mentes brillantes de todo el mundo. Todo esto nos aporta una nueva perspectiva y unas habilidades que tienen un valor incalculable para nuestro futuro profesional y personal. Además, sumado a todo eso, lo pasamos en grande. Se podría pensar que en un lugar inhóspito como una pequeña ciudad de Bulgaria… pero no. Si uno sabe desenvolverse un poco, se pueden hacer cosas tan dispares como una excursión al monte o un mini campeonato de ping pong.

En fin, no puedo menos que agradecer a los profesores y alumnos de ICAI que han participado en preparar este viaje, especialmente a Javier Rodrigo y a Pedro Ciller; y cómo no, a la Asociación de Ingenieros del ICAI, cuyo apoyo económico e institucional hace posible nuestra participación en esta peculiar competición.

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